|
El joven atleta me saludó con un enérgico apretón de manos. Había venido a mi despacho solicitando ser admitido como estudiante en la facultad de teología de la que yo entonces era decano. Se llamaba Youri y era un conocido campeón de esquí acrobático que acababa de competir por Francia en los Juegos Olímpicos de Invierno de Albertville (1992).
No es muy frecuente que un deportista de élite desee estudiar teología, y menos aún sin estar siquiera bautizado en ninguna iglesia, como era su caso. En mi reciente mandato nadie había solicitado tampoco inscribirse en estudios pastorales sin ser miembro de iglesia. ¿Qué responder a este joven fuera de serie?
El esquí acrobático es un deporte de muy alto riesgo. Una mala caída en cualquier salto puede comportar un grave peligro. De eso acababa de tomar conciencia Youri. En su última aparatosa caída se preguntó a sí mismo qué hubiera sido de él si en otra caída semejante a aquella quedaba inválido o moría.
Un joven sano de veintipocos años, ¿parapléjico, paralítico, inválido o muerto, solo por dar un salto un poco más alto o más complicado, o en menos tiempo que otros jóvenes? ¿Y todo por el simple deseo de conseguir una medalla mejor?
«Yo no deseo seguir con una vida centrada en mí mismo. La fama y el éxito deportivo no me hacen feliz. He decidido abandonar la competición profesional y dedicarme a algo mejor. Por eso estoy aquí».
Para mí fue muy emocionante escuchar este testimonio de un joven tan promisorio. Superando la tentación de la fama, Youri había decidido dedicar su vida a servir a otros. Y más emocionante todavía sería, unos meses más tarde, ver a Youri dar testimonio ante la iglesia y entregarse a Jesús, allí mismo, en las aguas del bautismo.
Aunque Youri no terminó su formación pastoral, sí que realizó su sueño de dedicar su vida a ayudar a jóvenes con dificultades a salir de sus problemas y llevar vidas más sanas y provechosas. Después de trabajar unos años como profesor de educación física en un colegio adventista, mis últimas noticias sobre él me decían que estaba trabajando en un centro de desintoxicación de jóvenes drogodependientes, en una conocida institución regentada por miembros de su familia.
Señor, enséñame a servir, antes de que ya no sirva para ello.
EN MIS LUCHAS