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Dar la vida por sus amigos

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Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. (Juan 15:13)

El 13 de enero de 1982, un avión de pasajeros de la compañía estadounidense Air Florida despegaba del aeropuerto nacional de Washington. No pudiendo levantar el vuelo, poco después rozaba el puente de la calle 14 y caía en las aguas heladas del río Potomac. Para colmo de males, esa parte del país sufría los inconvenientes de uno de los inviernos más duros que se recuerdan. En este accidente, murieron, sobre todo congelados, 70 de los 74 pasajeros y 4 de los 5 miembros de la tripulación.

Solo seis personas quedaron a flote en una parte de la cola del destrozado vehículo. Las lanchas del servicio de guardacostas y los helicópteros de la policía intentaban rescatar a estos sobrevivientes. A medida que los helicópteros descendían con los salvavidas, uno de los hombres se agarraba a ellos y ayudaba a sus compañeros de infortunio a subir a bordo para salvarse. Así lo hizo con los cinco supervivientes. Cuando el helicóptero volvió para rescatar a ese hombre, el último de ellos, la parte del avión donde se había refugiado se hundió arrastrada por el agua y este hombre admirable desapareció en la corriente helada.

Había dado literalmente su vida por salvar a otros.

Este héroe se llamaba Arland D. Williams Jr. Su familia recibió una condecoración póstuma por este sublime gesto de generosidad, y en su memoria ese puente hoy ya no se llama el «Puente 14» sino «Arland D. Williams Jr. Memorial Bridge».

Un policía testificaba después con lágrimas en los ojos que nunca olvidaría la expresión de determinación y gozo del rostro del aquel hombre, esforzándose por salvar a sus compañeros.

En el azaroso viaje de nuestra vida, todos sufrimos caídas de diferente gravedad y consecuencias. Pero todas nuestras luchas espirituales tienen algo que ver con un rescate. Atrapados en nuestra existencia mortal, todo terminaría en la muerte si nadie se hubiera arriesgado a venir a salvarnos.

Conviene recordar, con la mayor frecuencia posible, que nosotros también hemos sido rescatados porque Alguien puso su vida por nosotros. Incluso a quienes todavía no éramos sus amigos. Jesús hizo por nosotros todavía más que Arland D. Williams Jr. Nosotros también podemos ser salvos gracias al sacrificio de su vida.

Señor, te lo debo todo. En mis pruebas de hoy, no me sueltes de tu mano.

EN MIS LUCHAS

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