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Luz Para el mundo

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«Vosotros sois la luz del mundo» (Mat. 5: 14a).

Viganella es un pequeño pueblo italiano escondido en el fondo del valle de Antrona (Alpes del Piamonte) que carece por completo de luz solar directa durante casi todo el invierno. Concretamente, el sol deja esa localidad el 11 de noviembre y regresa el 2 de febrero, lo que supone que durante más de ochenta días al año Viganella no ve ni por un solo momento los rayos del sol.

A Giacomo Bonzani, un arquitecto y diseñador de relojes de sol, que vive en un pueblo de montaña cercano a Viganella, se le ocurrió una idea para que ese «desgraciado» pueblo dejara de estar sumido en la oscuridad durante tantos días de invierno. Y diseñó un espejo de paneles capaz de reflejar la luz solar sobre el pueblo. Muy lejos de allí, la ciudad de Huelva es uno de los lugares con más horas de luz solar de España. Al enterarse un técnico local de que en Italia existía un pueblo que, durante tres largos meses de invierno, no recibía luz solar ni un solo instante, decidió ayudar como fuera para hacerle llegar algo de luz. Y se prestó a construir el prodigioso espejo, allí en Huelva.

El espejo mide 40 metros cuadrados de superficie (8 metros de ancho por 5 de altura) y fue colocado con la ayuda de un helicóptero a unos 870 metros por encima de la localidad, en una montaña de más de 1.200 metros de altura. El espejo está controlado por un programa informático que rastrea el sol y hace que sus paneles se inclinen y giren, de manera que los rayos sigan al sol siempre y lo reflejen hacia el pueblo.

El día 17 de diciembre del año 2006, a las 11 en punto de la mañana, una niña de Huelva, llamada Alba (bonito sinónimo de «amanecer», apretó un botón en un ordenador y el sol brilló por primera vez en la historia, en medio del invierno, en la localidad de Viganella.

Esta anécdota me impactó porque tiene para nosotros una hermosa enseñanza. Es emocionante que ciudadanos de dos poblaciones distantes más de dos mil kilómetros hayan unido sus esfuerzos y se hayan puesto de acuerdo para que una localidad que estaban largos periodos de tiempo casi en tinieblas gozara todo el año de «luz solar». En ellos se cumplía literalmente la Palabra inspirada: «El pueblo que habitaba en tinieblas vio gran luz, y a los que moraban en región de sombra de muerte, luz les resplandeció» (Mat. 4: 16).

¿Qué puedo hacer hoy, Señor, para contribuir a la tarea de aportar algo de tu luz a los que viven en tinieblas?

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