Regresar

No nos sigue

Play/Pause Stop
«Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue, y se lo prohibimos porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: "No se lo prohibáis, [...] pues el que no está contra nosotros, por nosotros está"» (Mar. 9: 38-40).

¡Qué difícil es aceptar, para algunos, que no tienen la exclusiva en el reino de Dios! ¡Que Dios hace crecer a su pueblo (¿sobre todo?) fuera de nuestros templos!

Todos nos forjamos estereotipos sobre los demás, que suelen alejarnos de ellos. A veces hasta llegamos a pronunciar frases despectivas que revelan un grave desconocimiento de la espiritualidad y de la religión del otro, que ponen de manifiesto nuestra falta de sensibilidad siendo que, como cristianos, deberíamos mantener siempre nuestros brazos abiertos a todos, sin importar su procedencia o sus ideas.

Yo entiendo la educación como un acto de aprendizaje, de la comunicación, y que su fin último es conocernos para respetarnos mejor, es decir, conocernos para amarnos. Pero siempre antes de conocer existe un desconocer. Cuando nos instalamos en el desconocimiento y argumentamos desde él, para nosotros la luz de la fraternidad cristiana aún no ha amanecido y la noche del prejuicio todavía nos encierra en sus tinieblas.

Este pasaje del evangelio nos enseña a derribar barreras y desechar estereotipos. A cultivar procesos comunicativos en los que reconozcamos a todos como auténticos hermanos, candidatos a la vida eterna. A compartir vivencias que enriquezcan las vidas de los unos y de los otros y que trasciendan y perduren eternamente.

Encontré muy inspirador un poema anónimo que dice, en resumen, que la verdadera obra a favor del prójimo (ya se trate de nuestros hijos, de nuestros alumnos, o de las personas con las que compartimos el evangelio) es:

Enseñar a volar, aunque no vuelen tu vuelo. Enseñar a soñar, aunque no sueñen tus sueños. Enseñar a vivir, aunque no vivan tu vida. Sin embargo, [...], en cada vuelo, en cada sueño, en cada vida, perdurará siempre la huella del camino enseñado.

Ante el «No nos sigue» de Juan, Jesús nos recuerda que no se trata de conseguir a toda costa que los demás sigan nuestro camino, acepten nuestra verdad, o compartan nuestra vida, sino que sigan a aquel que es «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14: 6).

Lo importante no es si nos siguen a nosotros o no. Lo que importa es que le sigan a él. Señor, enséñame a respetar a los que honestamente te siguen de otra manera que yo, y a amarlos como los amas tú.

HACIENDO MI PARTE EN LA MISIÓN

Matutina para Android