Regresar

Murmuraciones

Play/Pause Stop
«Así María fue expulsada del campamento durante siete días, y el pueblo no siguió adelante hasta que se reunió María con ellos» (Números 12: 15).

¿Por qué se atreven a hablar mal de mi siervo Moisés?» Imagínate que Dios mismo te hace esa pregunta. Quizás yo hubiera caído desmayada del miedo. Así se sintieron Aarón y María cuando Dios les cuestionó respecto a los comentarios de envidia hacia su hermano Moisés. No sabemos cuánto tiempo llevaban con esa inconformidad, pero puedo imaginar que su celo no tuvo origen en esa plática de Números 12, sino que tiempo atrás venían alimentando sentimientos negativos de murmuración. Se preguntaban: «¿Por qué Dios habla con él y no con nosotros?»

Es probable que en la actualidad escuches murmuraciones respecto a ciertas personas, líderes religiosos e inclusive entre familias. En estos casos, ¿qué haces? ¿Te unes a ellos? Queda muy claro en este registro bíblico que a Dios no le gustan para nada las murmuraciones. En María sobrevino el peor castigo que una persona podría recibir en la antigüedad: la lepra. No podemos afirmar la razón por la que Aarón no recibió el castigo, pero dado que como mujeres estamos dotadas de muchas más palabras que los hombres, podríamos intuir, sin intención de afirmar, que fue María quien comenzó con las inconformidades.

Moisés y Dios eran tan amigos que podemos ver en algunas ocasiones a Moisés aconsejando a Dios para no destruir al pueblo y Dios lo escuchaba. Pero en esta ocasión, cuando Moisés pidió que sanara a María, Dios no se arrepintió del castigo que le había sido impuesto y la dejó fuera del campamento por siete días. Es importante resaltar que durante el tiempo que María estuvo exiliada del campamento, el pueblo que estaba de camino a la tierra de Canaán no pudo continuar el viaje. Cumplida la semana del castigo, María regresó y el pueblo levantó sus tiendas y se marcharon.

No es muy diferente en nuestro tiempo. Con tristeza se observan iglesias que, en su marcha hacia la patria celestial, detienen el recorrido, se estancan y no avanzan. Los motivos son los mismos: murmuraciones, celos y envidias. Mientras los miembros de las congregaciones sigan con estas costumbres, su marcha seguirá estancada.

Querida amiga, pidamos a Dios que nos ayude a sacar de nuestro corazón todo tipo de murmuraciones que nos estén impidiendo avanzar hacia la patria celestial. Que todas las palabras que salgan de nuestra boca sean un canal de bendición y no un muro de murmuración.

#pdfelizsinmurmuraciones

Matutina para Android