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¿Quién mató a Hipatia?

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«Cruel es la ira e impetuoso el furor, pero ¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?» (Proverbios 27: 4).

Hipatia de Alejandría gozaba tanto de belleza física como intelectual. Disfrutaba realizar estudios sobre matemáticas y astronomía, así como leer obras de otros pensadores para seguir desarrollando su intelecto. Sus alumnos y el mismo pueblo la tenían en alta estima por su sencillez y su atinada manera de hablar y conducirse. Cierto día llegó a la ciudad Cirilo, el obispo cristiano de Alejandría, quien pasando frente a la casa de Hipatia, notó el tumulto de gente y de caballos que estaban ahí. Cuando preguntó qué sucedía, le dijeron que era la casa de la filósofa y que ella estaba saludando al pueblo. La mayoría de los historiadores afirman que fue ese momento cuando Cirilo sintió envidia. Fue un mes de marzo del año 415 cuando frente a su casa, un grupo de hombres cargados de ciego furor, arremetieron contra ella, dándole una muerte horrorosa y quemando su cuerpo.

Entonces, ¿quién mató a Hipatia? La envidia. Dice el verso de hoy «¿Quién puede sostenerse ante la envidia?». Con ella como motivación, los hombres son capaces de cometer los más terribles actos en contra de sus semejantes. Como hijas de Dios, debemos suplicar al Señor que no nos permita darle el más mínimo espacio en nuestro corazón a la envidia. En nuestros centros de adoración a Dios, no deberían existir corazones invadidos por ella, pues un corazón envidioso no es un sincero adorador. Respecto a la muerte de tan ilustre mujer, se dijo: «Seguramente nada puede estar más lejos del espíritu de la cristiandad que el consentimiento de masacres, luchas y asuntos de esta clase».

Aquella fue una afirmación certera, pues nos llamamos cristianos por pertenecer a Cristo. Pero no hay un solo rastro de que la envidia haya sido uno de los ejemplos que nuestro Cristo nos dejara.

Querida amiga, agradece hoy a Dios por lo que te ha dado. En un corazón agradecido no hay lugar para la envidia. Usa tus dones en su servicio sin desear tener los dones de otros. La buena noticia es que Dios te ha provisto de capacidades únicas que puedes usar para terminar el mensaje del evangelio en el mundo. Preocúpate por hacerlo de la mejor manera.

#pdfelizpormispropiasvirtudes

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