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En los pies de Jesús

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«Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra» (Lucas 10: 39).

Mientras pienso acerca de lo que debo escribir para hoy, escucho el aleteo de un pájaro que ha bajado al corredor a comer croquetas (cuando el hambre aprieta, todo es bueno); escucho también los gritos de los niños de la escuela cercana, escucho el sonido de los frijoles hirviendo y digo: «¿qué quieres, Señor, que escriba hoy?». De pronto, unos colmillos afilados se clavan en mis pies. Es la hija de «Kido», una pequeña cachorra recién llegó a nuestro hogar y que ha encontrado un refugio en mis pies. Si estoy cocinando ahí está en mis pies, si estoy lavando trastos, ahí está durmiendo en mis pies. Puedo imaginar que, al ser separada de su madre y sus hermanos, se siente segura al estar en mis pies.

Podríamos pensar, por lo que nos deja ver el relato bíblico, que Lázaro, Marta y María eran huérfanos, pues nunca se menciona a sus padres. De ser esto cierto, hay razón de sobra para imaginar el motivo por el que María disfrutaba estar a los pies de Jesús. Ella había encontrado un refugio para sus problemas existenciales; había descubierto que los pies de Jesús era el único lugar donde ella encontraba paz y felicidad. Es por ello que cuando la muerte golpeó a su pequeña familia, al ver a Jesús, salió corriendo y buscó sus pies. Porque en medio de tanto dolor y sufrimiento, ella sabía dónde encontrar consuelo. Aun dentro de su reclamo «si hubieras estado aquí», María fue a los pies de Jesús, el lugar donde muchas veces atrás había sentido paz.

¿A dónde vas cuando los embates de la vida te alcanzan? Si buscas ayuda profesional, de tus amigos o un familiar, está bien. Pero hay un lugar al que debes ir para experimentar esa paz que solo Jesús puede darte. Sé que es imposible que físicamente esto pueda suceder y ahí es donde entra el poder de la fe para las actuales Marías que necesitan un refugio para sus corazones. El resultado será el mismo y tendremos poder para soportar las pruebas. Si no buscamos los pies de Jesús para recibir su bendición en los momentos de paz, no tendremos fuerzas para el tiempo de angustia.

Querida amiga, haz de tu tiempo de estudio personal, la mejor parte del día. El resultado será tan evidente que otros también serán atraídos a los pies de Jesús.

#pdfelizalospiesdel Maestro

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