Preparativos para la fiesta

«Sucedió, pues, que al caer la tarde, antes del sábado, ordené que se cerraran las puertas de Jerusalén, y que no las abrieran hasta después del sábado; y puse a las puertas algunos de mis criados, para que no dejaran entrar carga alguna en sábado» (Nehemías 13: 19).

Cuando recibimos una invitación para asistir a una fiesta, lo primero que importa saber es la fecha. Desde entonces la tenemos en cuenta y hacemos los preparativos necesarios para acudir: compramos un regalo para la persona festejada, pues no acudiremos con las manos vacías; pensamos en el atuendo, si es de día o de noche, si es en un salón, campo o playa; habremos de presentarnos acordes a la ocasión y con la ropa que más nos haya agradado. Llegado el día, horas antes, cuidamos que la ropa esté lista en los ganchos para acudir sin arrugas en las prendas.

El sábado no es un evento menor que una celebración. Es el aniversario de la creación y festejamos que fue hecha para un encuentro especial con el Festejado. Pero es probable que nos hemos familiarizado tanto con esta fiesta que le hemos restado importancia. En algunos hogares se observa que ya dentro de la fiesta, apenas se están planchando las prendas que usará la familia, entre otras actividades. Además, al asistir al lugar de encuentro con los demás invitados, no llevamos ningún presente para entregar. Y no me refiero solo a la entrega de recursos, sino que ni siquiera nuestro corazón está listo para ser entregado.

Cuando Nehemías se dio cuenta de cómo el pueblo profanaba el sábado, hizo cambios oportunos e inmediatos, tomando medidas drásticas para hacer una reforma en la observancia del día de reposo. Así lo declara nuestro texto de hoy.

Yara Cerna Young afirmó, «Cuando no usamos bien las horas del sábado, deshonramos a su Dador; nos engañamos a nosotros mismos y no recibimos la bendición de los cantos y la oración. Pero si observamos adecuadamente las horas sagradas, el sábado dejará de ser un conjunto de reglas y se convertirá en lo que Dios espera para cada uno de nosotros: un momento de gozo y felicidad».

Querida amiga, ¿hay algún hábito que esté profanando el sábado en tu hogar? De ser así, decide hacer un cambio y cierra las puertas a cualquier acto que no deba realizarse en sábado. Usa tu fuerza de voluntad como guardia para no profanar el día santo del Señor.

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