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No hago mi voluntad, parte II

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«Hay camino que al hombre le parece derecho, pero es camino que lleva a la muerte» (Proverbios 16: 25).

Durante el siglo XVIII, surgieron nuevas corrientes de pensamiento que hacían énfasis en la razón. Una de las filosofías materialistas explicaba lo que ocurría en el universo sin necesidad de tener en cuenta a Dios. Entre los más grandes expositores de esta forma de pensamiento, encontramos a Julien Offray de La Mettrie, quien se desempeñaba como médico.

Él exponía que era probable que existiera un ser supremo y que, sin embargo, solo importaba en teoría y no era necesario rendirle culto ni tener en cuenta sus leyes morales. Afirmaba que, si algo era bueno para una persona, era digno de ser procurado; por lo tanto, la búsqueda del placer era buena y la consideraba como medicina preventiva del dolor.

Debido a sus constantes ataques de melancolía, La Mettrie buscaba consuelo en los conciertos, teatros, cenas y bailes en excesos, todo con el objetivo de buscar antídotos para el dolor. Cierto día, uno de sus pacientes ofreció un banquete al que La Mettrie asistió. Acostumbrado a los excesos, consumió demasiadas empanadas de faisán con trufas. Aquella fue su última comida, pues murió poco después de haberla degustado.

Las leyes de Dios no son mera teoría, como supuso aquel médico «gran pensador». La satisfacción de nuestros deseos no es el remedio para calmar el dolor o evitar enfermedades. Si dejamos a un lado las indicaciones dadas en la Palabra de Dios, llegaremos a comprobar, como La Mettrie, que nuestros propios caminos sí conducen a la muerte.

Hoy, al igual que en el siglo de las luces, como es conocido el siglo XVIII, muchas personas están dejando de lado las Sagradas Escrituras para vivir de acuerdo con sus vanas filosofías. El enemigo ha iniciado una campaña para hacer creer a la humanidad que basta con el poder de la mente para lograr todos sus objetivos. De esta manera el hombre deja de hacer la voluntad de Dios, para hacer su propia voluntad.

» Por una vez el paciente provocó la muerte del médico», -dijo Voltaire, tras la muerte de La Mettrie. Esto porque el paciente había ofrecido el banquete. Sin embargo, no fue así. Fue la vida de libertinaje y excesividad del médico lo que le quitó la vida. Fueron sus propios pasos que lo condujeron al sepulcro. La buena noticia es que hoy tú puedes decidir vivir para agradar la voluntad de Dios y no para agradar nuestros apetitos.

#pdfelizalcuidarmicuerpo

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