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¿Por qué y para quién?

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«Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2 Timoteo 4: 8).

Hermana Sayli-, comienza el mensaje. Usted no me conoce, pero yo sigo sus publicaciones. Quiero contarle que hace muchos años yo también pertenecía a la Iglesia Adventista, pero me salí porque tuvimos problemas con unos hermanos. Hemos querido regresar, pero a mis hijos ya no les gusta la iglesia.

Como ese, varios mensajes llegan en privado a mi bandeja. La pregunta que siempre les hago es: «Y Jesús, ¿qué te hizo? ¿Por qué te desquitaste con Dios alejándote de él?». Para permanecer firme en la fe que profesamos, es indispensable que tengamos en mente dos preguntas: ¿Por qué trabajo? Y ¿para quién trabajo? Respondamos una por una. Primero contesta en tu mente. No sigas leyendo. Detente y responde.

Primera pregunta: ¿Por qué trabajo? Es probable que pensaras que trabajas porque amas a Dios, porque quieres ir al cielo, porque es lo correcto, porque hay que cumplir la misión, porque el Señor te eligió, porque debemos mantenernos ocupados, entre otras. Sin embargo, aunque todas son buenas respuestas, no es la razón principal. Cuando trabajas solamente por esas razones, con el paso constante de la marcha eclesiástica, pronto podrías cansarte. Inclusive he escuchado la frase: «Este año no acepté cargos porque tomaré mi año sabático de descanso». ¿Ves? Quien solo trabaja bajo esos argumentos, pronto se cansa.

Otra razón es que cuando vienen los problemas y el arca de Noé comienza a apestar y es sacudida por la lluvia y los vientos, muchos buscan la puerta y se tiran al agua pensando que afuera estarán mejor. La respuesta a la primera pregunta la encontramos en el versículo de hoy. ¿Por qué trabajas? Porque me está reservada una corona de justicia.

La pregunta, ¿para quién trabajas?, sin duda, la responderemos al unísono. Yo trabajo para Dios. Y, sin embargo, parece que en el momento de las dificultades, se nos olvida quién es el Jefe que nos ha empleado en su viña. El texto continúa diciendo: «que me dará el Señor, el Juez justo». ¿Te das cuenta? La corona de justicia la dará el Juez justo. La recompensa por tu perseverancia no es terrenal y no te la prometió ningún humano. Resiste, falta poco.

#pdfelizdetrabajarpormicorona

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