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Durante el siglo XVII, en Inglaterra nació un grupo de personas que anhelaban volver a la pureza y sencillez del cristianismo primitivo. Sin embargo, era poco lo que podían hacer, ya que la iglesia estaba sostenida por el poder civil y no se permitía a nadie dar una opinión distinta respecto a las formas de adoración. Asistir a la iglesia era una obligación legal y nadie podía reunirse para celebrar cultos fuera de lo establecido por la ley, a menos que quisieran morir, ser desterrados o ir a prisión.
Con esfuerzos incansables, pérdidas y diversas dificultades, los primeros reformadores ingleses lograron hallar refugio en Holanda. En tierra extraña las penalidades no terminaron, pero ninguna pena se comparaba al regocijo de poder tener libre comunión espiritual con Dios. Más tarde, dirigidos por el Espíritu Santo, dejaron Holanda para ir al Nuevo Mundo. «El deseo de tener libertad de conciencia fue lo que dio valor a los peregrinos para exponerse a los peligros de un viaje a través del mar... y echar los cimientos de una gran nación en las playas de América».
Aquel fue el principio de la libertad religiosa. El credo romano les había enseñado que la iglesia tenía derecho de regir la conciencia; sin embargo, ellos estaban seguros de que aquello era un asunto que solo le incumbe a Dios. Pasados 11 años después de haberse fundado en América la primera colonia con libertad religiosa, llegó Rogelio Williams en busca de esa libertad. Había huido de Inglaterra para salvar su vida, pues no estaba de acuerdo en que el estado obligara a las personas a practicar cierta religión o asistir a los cultos a la fuerza. Fue el fundador de Rhode Island, primer estado en reconocer la libertad religiosa. Rogelio Williams sostuvo el principio fundamental de que «cada hombre debe tener libertad para adorar a Dios según el dictado de su propia conciencia».
Se pagó un precio muy alto para que hoy todas las denominaciones tengan libertad religiosa (exceptuando algunos países) y, sin embargo, cuán poco valor se le da. No sufrimos persecución (todavía) por reunirnos en las iglesias, y a pesar de ello, en ocasiones están vacías. Valoremos este privilegio que hoy gozamos y hagamos buen uso de nuestra libertad de conciencia y religiosa. Continuará...
#pdfelizpormilibertaddeconciencia