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¿A dónde iríamos sin las promesas divinas? ¿Qué haríamos en nuestros momentos de aflicción si no tuviéramos a quién acudir? Sin duda que como en el texto de hoy se expresa, la aflicción ya nos habría acabado. La madrugada del 23 de diciembre de 2003, en Palau, Micronesia, el pastor Ruimar Duarte DePaiva, su esposa Margareth y su hijo, quienes servían a Dios como misioneros en aquel lugar, fueron cruelmente asesinados. La hija menor, Melissa, fue secuestrada para luego ser estrangulada y lanzada a un barranco. Por la gracia de Dios, Melissa no murió. La madre del pastor asesinado visitó al homicida en la cárcel y le dijo que el Espíritu Santo podía sanar su mente si él lo permitía y que quería verlo en el cielo junto con su hijo, su nuera y su nieto. Al ofrecerle el perdón, Rut DePaiva recobró el gozo de vivir. Melissa también encontró el gozo de seguir sirviendo a Dios, aferrada a las promesas divinas.
De la ley de Dios emanan maravillosas promesas que están cargadas de vida. Seguir los mandamientos de Dios nos trae gozo aún en medio del dolor y la tragedia. Quien está afianzado del trono de Dios, pasará victorioso en medio de la prueba y saldrá más firme, más fuerte y más purificado para el encuentro glorioso con su Señor. «Me has devuelto la vida», dice el salmista y sé que lo dice con sinceridad, pues la ley de Dios es vida para quien ha pasado por el valle de sombra y de muerte. Si vivimos siempre tristes por los embates de la vida, el enemigo se goza, pues sabe que tiene otra prueba en nuestra contra para presentar ante Dios, dado que la tristeza no proviene del Espíritu Santo.
Querida amiga, no sé cuál haya sido tu momento más doloroso, pero con la promesa del texto bíblico de hoy, quiero recordarte que la tristeza no puede acabar contigo si le permites al Señor que te devuelva la vida, que te devuelva el gozo de vivir. La buena noticia es que lo hizo con el salmista, lo hizo con Rut y Melissa, lo hizo conmigo, y lo hará contigo hoy.
#pdfelizporelgozodevivir