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No hay ley contra la bondad

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«El impío toma prestado y no paga; pero el justo tiene misericordia y da» (Salmos 37: 21).

Una de las definiciones de la palabra bondad se refiere a la inclinación natural de una persona a hacer el bien. Sin embargo, al igual que la benignidad y las otras cualidades del «fruto», no es un rasgo intrínseco del ser humano, sino es un atributo de Dios, el cual nos hace obrar con bondad.

Cierto día, llegó a la casa de un pastor, un joven quien acababa de salir de la cárcel tras haber cumplido su condena. Después de platicar un momento, pastor llamó a su familia para presentarles al joven. En cuanto Emma, la hija pequeña del pastor, vio al joven, fue hasta él y con toda la inocencia, la bondad y la dulzura de los niños, lo abrazó y le dio un beso. El joven comenzó a llorar con mucho sentimiento. Intrigado, el pastor le preguntó por qué lloraba y aquel muchacho respondió que hacía mucho tiempo que nadie le abrazaba y besaba. La última vez había sido su madre en su lecho de muerte.

Hay muchas personas en el mundo que viven hambrientas no solamente del pan físico, sino de una mano bondadosa que les dé un poco de amor y compasión. Hemos pasado muchas veces al lado del necesitado sin percatarnos que estaba allí porque Dios lo puso en nuestro camino para hacer el bien. El bondadoso comparte lo que tiene, dice el texto bíblico. Pero, ¿cómo podemos compartir algo que no tenemos? Quizás el problema radica en que nos hace falta esta cualidad del «fruto». Quizás no hemos pasado el tiempo suficiente con la fuente de bondad, por lo tanto, estamos tan vacías como las personas que no tienen a Dios en su corazón.

Las personas bondadosas no escatiman, no dan lo que les sobra, no ayudan solo a quienes les pueden devolver el favor, sino a los más necesitados y dan sin esperar algo a cambio. Emma fue capaz de darle un beso al ex convicto porque, en su inocencia, no hizo un juicio acerca de si el joven merecía o no que se le diera amor. Simplemente, el acto brotó de un corazón puro y lleno de bondad. La humanidad no merecía la bondad del cielo al dar su más grande tesoro, y, sin embargo, se dio. Hagamos uso de la bondad y el enemigo no tendrá elementos para acusarnos.

#pdfelizalserbondadosa

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