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Confecciona para todos

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«Siembra tu semilla en la mañana, y vuelve a sembrarla en la tarde, pues no sabes cuál de las dos siembras será la mejor, o si las dos serán igualmente buenas» (Eclesiastés 11: 6, RVC).

Hoy, en el marco del «Día Internacional de las Modistas», te contaré una historia. Un caballero distinguido llegó al taller de Ellen, dejando un gran rollo de tela blanca, con la indicación de que debía cortar diversos trajes en diferentes medidas para todo tipo de personas. Solo iba a tenerlos cortados y listos para cuando el cliente los necesitara. Ellen comenzó a cortar los trajes sin descanso y pronto estuvo muy agotada. Le parecía que muchas de las personas para quienes estaba trabajando, no eran dignas.

Durante veinte años ella había estado confeccionando ropas y le parecía que su trabajo no era apreciado ni hacía bien a las personas. Cuando el cliente volvió, Ellen le habló de una mujer para la cual debía cortar un vestido. Le dijo que aquella persona no apreciaría las ropas y era una pérdida de tiempo trabajar en ellas. «Esa mujer», dijo, «es muy pobre, de intelecto inferior, descuidada en sus hábitos y pronto va a manchar el vestido». Entonces el cliente le respondió: «Corta los vestidos. Este es tu deber. La pérdida no es tuya, sino mía».

Dios ve, no lo que el hombre ve. «Él proyecta la obra que quiere que se haga, y tú no sabes cuál ha de prosperar, si esto o lo otro». En ese momento, Ellen levantó las manos, llenas de callosidades de tanto usar las tijeras, y estremecida siguió con su trabajo, pero pronto se cansó. Otra vez se le dijo: «Corta los vestidos. No ha llegado el momento en que te sientas libre de esto». Al ponerse en pie vio unas tijeras doradas que cortaban sin esfuerzo y siguió trabajando.135

Esta visión fue dada a Elena G. de White, la noche del 6 de febrero de 1868, después de que ella había estado sintiendo un gran agotamiento físico por el arduo trabajo que realizaba. Probablemente en algún momento has sentido que tu trabajo no es valorado y has tenido deseos de renunciar. Hoy te invito a que renueves tus fuerzas y recuerdes para quién trabajas. El que te dio el don, cualquiera que sea, quiere que lo uses para con todas las personas. No sabes cuál de ellas estará en el cielo por tu trabajo. Trabaja para todos, siembra en la mañana y siembra en la tarde, es tu deber.

#pdfelizdetrabajarparaDios

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