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Y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni cómo vestía», fue el grito de muchas mujeres mientras se manifestaban por la creciente ola de feminicidios alrededor del mundo. La violación de los derechos y la integridad de las mujeres se han visto terriblemente afectadas por hombres sanguinarios, fríos y fuera de sus cabales. En otras noticias, se dio a conocer el indignante caso de una anciana que fue violada por su agresor. Las reacciones de los cibernautas concordaban en una sarcástica pregunta: ¿lo había ella provocado con su vestimenta? Obviamente, no.
¿Has pensado en qué época de la humanidad Jesús pronunció la sentencia del texto de hoy? Claro, la respuesta obvia es: en los tiempos de Jesús. Tiempos en los cuales la vestimenta, tanto de hombres como mujeres en tierra de Palestina, dista mucho de semejarse a las vestimentas actuales (aunque en algunos lugares de oriente la vestimenta es muy similar a los tiempos bíblicos).
Si pensamos en una dama de aquellos tiempos, la imaginamos con vestido largo hasta los tobillos, un cinto para sujetar la túnica al cuerpo y un turbante para cubrir la cabeza. ¿Piensas que hay algo indecente en ese atuendo? Yo tampoco. Entonces, ¿por qué Jesús dijo lo que está registrado en el texto de hoy? Jesús, que conoce los pensamientos y las más bajas pasiones de los seres humanos, sabía que los hombres codician a las mujeres por el simple hecho de ser mujer. Los atributos y proporciones únicos que el Creador puso en nosotras, nos hacen atractivas hacia los varones a pesar de llevar un vestido a los tobillos. No obstante, esto no debe ser una excusa para vestir nuestro cuerpo, es decir, nuestro templo donde mora el Espíritu Santo, de una manera indecorosa.
El mundo propone sus modas, algunas a mi parecer son lindas, mientras que otras no. Esto depende del gusto y personalidad de cada mujer y de la región donde viva. Sin embargo, las hijas de Dios saben que, al elegir, los atuendos siempre deben ser bajo las normas de la moda bíblica: decorosos y modestos. A pesar de ello, siempre habrá hombres con mentes perversas que te vean con codicia. Querida amiga, vistamos nuestros cuerpos con lo más esencial que es la gracia y el manto de justicia de Jesús, pues transportamos en ellos al Templo del Espíritu Santo.
#pdfelizporvestirbien