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En un tranquilo vecindario vivían dos hermanos, Lucia y Carlos. A pesar de su estrecha relación, parecía que discutían todo el tiempo. Peleaban por el iPad, por el baño, por la última porción de pizza; prácticamente cualquier cosa podía convertirse en motivo de conflicto.
Un día, después de una acalorada discusión sobre quién tenía derecho a usar la computadora primero, Lucia y Carlos se sentaron en su habitación con la mente llena de frustración. Esa tarde, mientras buscaban consejos sobre cómo mejorar su relación, encontraron el versículo de Proverbios 16:24 en una Biblia que había estado acumulando polvo en el estante.
Inspirados por el versículo, Lucia y Carlos decidieron darle una oportunidad. Se comprometieron a cambiar la forma en que se comunicaban. Cuando surgía una discusión, se recordaban mutuamente que las palabras amables eran como la miel y que debían hablar con respeto.
Al principio, no fue fácil. Había momentos en los que se sentían tentados a decir palabras hirientes, pero recordaban su compromiso de comunicarse con amor. Comenzaron a usar frases como "Por favor" y "Gracias" más a menudo, y también aprendieron a escuchar activamente a la otra persona en lugar de interrumpirse.
Con el tiempo, las cosas cambiaron. Sus discusiones se volvieron menos frecuentes e intensas. En lugar de alejarse enojados, podían resolver los problemas y desacuerdos de manera más tranquila y constructiva. Su relación mejoró notablemente, y se fortaleció el amor fraternal que los unía. La comunicación amorosa es esencial en el amor fraternal. Usemos palabras amables y respetuosas para fortalecer nuestras relaciones con nuestros hermanos.
¿Cómo puedes mejorar la forma en que te comunicas con tus hermanos y mostrarles amor a través de tus palabras?
Oración: Dios, gracias por enseñarme la importancia de la comunicación amorosa a través de tu Palabra.