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El enojo es una emoción natural que todos experimentamos en algún momento de la vida. La Biblia nos enseña a manejar esta emoción manera que honre a Dios y promueva la paz en nuestras relaciones. Efesios 4:26 nos instruye a no pecar cuando nos enojamos. Esto implica que hay una forma justa y apropiada de enojarse, como cuando Jesús limpió el templo por la corrupción que encontró. Pero también nos advierte sobre el peligro de permitir que el enojo nos lleve a pecar. Veamos qué debemos tener en cuenta ante el enojo.
No darle espacio al diablo. Cuando permitimos que el enojo persista y crezca en nuestro corazón, le estamos dando lugar al diablo para que cause división y discordia en nuestras relaciones. Es importante abordar y resolver el enojo de manera saludable para evitar que se convierta en una fuente de conflicto.
Perdonar, perdonar, perdonar. Efesios 4:32 continúa diciendo: "Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo". Perdonar a aquellos que nos han hecho daño nos libera del peso del enojo y nos permite experimentar la paz que viene de Dios.
Controlar nuestras reacciones. En Santiago 1:19 y 20 encontramos un gran consejo: "Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, pero no apresurarse para hablar ni para enojarse; pues el enojo de una persona no produce la vida justa que Dios quiere". Tomarnos un momento para reflexionar antes de reaccionar con enojo puede prevenir muchos conflictos innecesarios.
Modelar la paciencia de Cristo. La paciencia es una virtud que refleja el carácter de Cristo. Colosenses 3:13 nos anima a ser pacientes y a soportarnos mutuamente, recordando cómo Cristo nos ha perdonado. Al seguir el ejemplo de Cristo, podemos mantener el enojo bajo control y promover la paz en nuestras relaciones.
Oración: Señor, te agradezco por tu guía y sabiduría en el manejo del enojo. Ayúdame a no permitir que esta emoción me lleve a pecar ni a dar lugar al diablo en mi vida.