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Huir en la noche oscura

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"Cierto joven que se cubría con solo una sábana iba siguiendo a Jesús. Lo detuvieron, pero él soltó la sábana y escapó desnudo" (Marcos 14:51, 52).

En medio de la tensión y la oscuridad de aquella noche, un joven se encontraban en el jardín de Getsemani, siguiendo a Jesús. No conocemos su nombre, pero su presencia en este relato es significativa. Vemos a este joven cubierto con un pedazo de tela, probablemente despierto por el clamor de los soldados que venían a arrestar a Jesús.

Sin embargo, la situación se torna aún más intensa cuando los discípulos intentan resistir el arresto de su Maestro. En medio del caos, este joven, preso del temor, se libera de su única vestimenta y huye, dejando la tela atrás. La desnudez física del joven contrasta con la desnudez espiritual que a menudo experimentamos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Jesús en momentos de adversidad. ¿Qué nos impide mantenernos firmes y confiados cuando enfrentamos desafíos? ¿Qué "tela" estamos dispuestos a dejar atrás por temor a lo que pueda suceder? Así como este joven dejó su única cobertura, a veces dejamos de lado la protección y la seguridad que Jesús ofrece. Nos aferramos a nuestras propias estrategias y soluciones, olvidando que en nuestra desnudez espiritual, en nuestra vulnerabilidad, es donde encontramos la verdadera fuerza en él.

Este pasaje también nos recuerda que seguir a Jesús no siempre es fácil ni cómodo. A menudo implica enfrentar situaciones difíciles y desafiantes. Sin embargo, la verdadera fidelidad a Cristo se revela cuando estamos dispuestos a enfrentar la adversidad, incluso cuando parece que todo está en su contra.

Finalmente, la historia de este joven nos enseña sobre la gracia de Dios. Aunque huyó en el momento de la crisis, esto no significa que haya sido el fin de su historia. La gracia de Dios es suficiente para restaurarnos, incluso cuando fallamos o huimos en momentos de prueba.

Que este pasaje nos motive a reflexionar sobre nuestra propia relación con Jesús en medio de las adversidades. Recordemos que en nuestra desnudez espiritual encontramos refugio y fortaleza en Dios. No temamos dejar atrás nuestras propias "telas" y confiar plenamente en el Señor, sabiendo que en él encontramos refugio y protección.

Oración: Querido Padre: hazme encontrar refugio y fortaleza en ti en mi vulnerabilidad.

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