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La vida del profeta Habacuc nos recuerda, que está bien que presentar nuestras dudas y temores ante el Señor, y que incluso en medio de la incertidumbre, podemos confiar en la soberanía de Dios. Así como Habacuc aprendió a esperar el tiempo de Dios y a confiar en su sabiduría, nosotros también podemos encontrar paz al saber que el Señor está en su santo templo y tiene el control de todas las cosas.
Cuando las circunstancias de la vida parecen desconcertantes y desafiantes, podemos optar por esperar con esperanza y confianza en que Dios está obrando, incluso cuando no podemos verlo. Nuestra confianza está en el Señor, que es soberano, sobre todo.
Aunque Habacuc estaba lleno de dudas y preguntas, continuó buscando la fe. Cuando nos encontramos con situaciones que sacuden nuestra fe, podemos optar por buscar una comprensión más profunda del carácter de Dios y permanecer arraigados en nuestra relación con él.
Además, el versículo de Habacuc 2:20 nos recuerda la profunda verdad de que el Señor está en su santo templo. Estamos llamados a responder con silencio y reverencia, reconociendo la majestad y la autoridad de Dios. Este principio nos anima a cultivar un corazón de asombro y adoración ante nuestro Señor. Él te ama y quiere mostrarte el mejor camino.
La experiencia de Habacuc de cuestionar y, en última instancia, confiar en la soberanía de Dios nos anima a esperar con paciencia, a buscar la fe y a responder con silencio y reverencia ante nuestro Creador. Puede que no siempre entendamos sus caminos, pero podemos tener confianza en su plan perfecto. En el silencio de su presencia encontramos fuerza y renovación.
Oración: Padre mío, que siempre responda a tu presencia con reverencia y asombro.