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Hageo, un profeta del período postexílico, instó al pueblo de Judá a reconstruir el templo del Señor en Jerusalén. La gente se había centrado en sus propios hogares y había descuidado la casa de Dios. A través del fiel mensaje de Hageo, se sintieron inspirados a reconfigurar las prioridades y reconstruir el templo. Su historia nos enseña la importancia de priorizar la obra de Dios y glorificarlo en todo lo que hacemos.
Prioridades. Hageo 1:4 nos recuerda que debemos priorizar la obra de Dios por encima de nuestros propios deseos y ambiciones. Cuando ponemos a Dios en primer lugar y honramos su casa, nos alineamos con sus propósitos.
Acción. El mensaje de Hageo impulsó al pueblo a actuar y reconstruir el templo. Dios nos llama a obedecer sus mandamientos y poner nuestra fe en práctica, reconociendo que la fe sin obras está incompleta (Santiago 2:26).
Adoración. Al reconstruir el templo, el pueblo estaba dando gloria a Dios. Nuestra vida también debe reflejar la gloria de Dios a través de nuestras acciones, prioridades y dedicación a su obra.
El mensaje de Hageo sirve como recordatorio para priorizar la obra de Dios, obedecer sus mandamientos y adorarlo a través de nuestras acciones. Cuando nos concentramos en construir para la gloria de Dios, experimentamos la paz y la plenitud que provienen de vivir acorde a sus propósitos divinos.
Oración: Padre celestial, ayúdame a priorizar tu obra y a poner tus deseos por encima de los míos.