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Lecciones de una joven

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"Un día la muchacha dijo a su ama: 'Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su enfermedad en la piel" (2 Reyes 5:3).

Imagina a una niña que vive a muchos kilómetros de su tierra natal, como sirvienta en una tierra extranjera, en la casa de un hombre llamado Naamán, comandante del ejército de Aram. Cuando Naamán sufrió una terrible enfermedad de la piel, esa niña expresó su fe en Dios contándole a su señora acerca de un profeta en Israel que podía sanar a Naamán. Su compasión y fe fueron fundamentales para la eventual curación de Naamán.

La fe de la joven era sencilla e inquebrantable. Nos recuerda las palabras de Jesús en Marcos 10:15: "Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él". Cultivemos la fe y la confianza infantiles en Dios.

La compasión de la niña la llevó a compartir la esperanza de curación con su amo. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a llegar con compasión a los necesitados, compartiendo las Buenas Nuevas y ofreciendo: apoyo, incluso personas que piensan distinto a nosotros.

Claro que la curación milagrosa de Naamán fue el resultado de su fe en Dios, que tuvo su origen en el testimonio de la niña. Así como la fe de la niña influyó en la curación de Naamán, nosotros también podemos presenciar milagros cuando confiamos en Dios y compartimos su amor con los demás.

La joven de esta historia muestra el poder de la fe, la compasión y la confianza. Nos recuerda que nuestra fe y compasión pueden tener un impacto profundo en la vida de otras personas, y que la edad no es un impedimento. Que abracemos estas cualidades y seamos vasos de sanación y esperanza en el mundo.

Oración: Padre celestial, gracias por el ejemplo de fe y compasión de la niña. Ayúdame a cultivar una fe sincera, a tener más compasión y a confiar en tu poder para traer sanación y esperanza a los necesitados.

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