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La tarea de la ropa

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«El encanto es engañoso, y la belleza no perdura, pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada». Proverbios 31:30.

Aun cuando nosotros, los niños, estábamos de vacaciones, ella se despertaba temprano y enseguida toda la casa tenía aroma a galletas de harina de maíz y té de cedrón. Nos despertábamos con ella tarareando.

En una mañana de verano, noté que el sofá ya estaba cargado con ropa para separar y planchar. Yo sabía lo que vendría a continuación: ¡tendríamos que ayudar! Pero... ¿y el sol que brillaba allá afuera? Me refregué los ojos y observé a mis hermanas: ellas estaban pensando en cómo haríamos para aprovechar el día al máximo.

-Niñas, después del desayuno, quiero que separen y doblen la ropa que está en el sofá.

Aunque estábamos decepcionadas, no reclamamos; no en ese momento. Después de la rutina de la mañana, de orar y comer, corrimos al patio. Pasamos muchas veces junto al sofá ese día, pero no nos preocupamos.

Ya era de tardecita y teníamos un cumpleaños. Le preguntamos a mamá acerca de la ropa que usaríamos y ella explicó que no había planchado la ropa, porque no hicimos nuestra parte, que era separarla, doblarla y organizarla; como nos había pedido. Mi mamá actuó así para enseñarnos una lección muy importante: es necesario cumplir las tareas.

Ese día usamos ropa arrugada y eso me hizo sentir triste, pero jamás me olvidé de cuánto debemos valorar el trabajo, respetar a las personas y hacer las actividades en el tiempo correcto. Hoy admiro a mi mamá por haberme enseñado esa valiosa lección y admiro a las personas que cumplen su palabra y hacen lo que es correcto.

Mi oración: Señor, ayúdame a desarrollar cualidades admirables, como la responsabilidad y el respeto al prójimo.

Admiración: Respetar a quien lo merece; ¡sentir cariño por personas con cualidades increíbles y maravillosas!

Observa las tareas domésticas de tu casa y elige una en la que puedas ayudar hoy.

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