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Sopa de la abuela

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«Oh, Señor, haz bien a los que son buenos, a los que tienen el corazón en armonía contigo». Salmo 125:4.

¿A quién aquí le gusta la sopa? (¡Levanten la mano, chicos!)

A mí me gusta mucho, especialmente en los días de lluvia. Mmmm... sopita de legumbres con fideos, sopa de porotos, caldo de maíz... ¡Qué delicia! Pero la mejor sopa, no importa qué ingredientes tenga, es la que se prepara con cariño. A mi abuela María esa sopa le sale genial. Y claro, son décadas perfeccionando la técnica de cortar las verduras, de poner amor en los condimentos. Le prepara sopa a los amigos, a las personas de la iglesia, a la familia. Ella decidió ampliar el «servicio» y organizó una gran sopa comunitaria en el área de su casa. Convocó a los nietos, invitó a los vecinos; todos tenían que ayudar.

Este mundo tiene mucha maldad, pero incluso entre tanta maldad podemos mostrar la bondad de Jesús cuando ayudamos a las personas. Y, esa tarde, en la fila de personas necesitadas que esperaban su porción de la sopa más rica que haya existido, también sirvieron una porción de ese amor.

Mi oración: Señor, ayúdame a ser bondadoso. Que tenga una actitud de amor hoy y siempre.

Elige una manera de ser bondadoso y de ayudar a alguien hoy.

Bondad: Ayudar a las personas; tener generosidad; mostrar a Jesucristo al mundo con actitudes de amor.

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