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A Usain le gustaba jugar con su hermano, Sadiki, y su hermana, Shirine. Ellos vivían con sus padres en una pequeña ciudad de Jamaica y les encantaba jugar al aire libre. Al niño Usain le gustaba correr por las calles de su barrio. Con el tiempo, comenzó a participar de torneos escolares. Buscaba ser mejor cada día, superando sus propios desafíos y tratando de correr más rápido en cada competencia.
Y fue así, jugando y creyendo que podía mejorar, como Usain Bolt llegó a ser conocido como «el hombre más rápido del mundo». Cada vez que gana una carrera, hace una pose de rayo para la platea. Pero no venció todas las carreras. Usain participó de competencias en las que perdió y otro atleta fue más rápido. Esas derrotas hicieron que se dedicara aún más a correr.
Pablo, un apóstol de Jesús, escribió que debemos dar lo mejor de nosotros en la vida, así como los atletas corren con toda dedicación en las competencias. Incluso los niños pueden demostrar dedicación en la carrera de la vida. No importa si somos grandes o pequeños, con Jesús podemos ser vencedores, incluso cuando nos enfrentamos a desafíos. ¡No debemos desistir!
Mi oración: Señor, fortaléceme para jamás desistir. Quiero ser un niño dedicado y virtuoso.
Carrera: Actividad en la que los pies saltan del suelo para llegar a la meta, al final del trayecto; como caminar bien rápido.