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Imagínate caminar mucho, pero mucho en serio. Te duelen las piernas de tanto caminar y caminar, sin parar. Moisés estaba exhausto. Había caminado durante mucho tiempo; pero antes había corrido muy rápido, huyendo de la tierra de Egipto.
¿Sabes qué es un desierto? Es un lugar muy caliente durante el día, con mucha arena. Pocas plantas y animales consiguen sobrevivir a esa temperatura elevada. Moisés estaba exhausto en el desierto. De pronto, vio un pozo de agua y se sentó allí cerca. Alguien pronto se acercaría con un balde para sacar agua y así podría refrescarse.
Cuando estamos demasiado cansados, necesitamos hidratarnos y descansar un poco; y eso era lo que Moisés más quería. Su alegría fue inmensa cuando vio a lo lejos a personas acercándose al pozo. El cielo estaba bien azul, a pesar de la tierra seca y caliente. El Dios de su pueblo, del pueblo de Israel, proveyó todo. No quedaría solo en el desierto.
De la misma manera como Dios cuidó a Moisés, también nos cuida a nosotros. Somos su pueblo. Somos los hijos de Dios.
Mi oración: Querido Dios, gracias por cuidarme cuando estoy cansado.
En el parque, en la playa o en un recipiente, escribe en la arena qué hace que te sientas exhausto o preocupado. Reflexiona con tu familia cómo nos ayuda Dios en todos los momentos.
Exhausto: Cuando quedas muy cansado después de un día de playa o pileta; o como quedan los adultos después de un día de intenso trabajo.