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Helena se mudó de ciudad a mitad de año. A su papá lo enviaron a trabajar a otra ciudad y toda la familia tuvo que adaptarse. Nueva casa, nuevos amigos y nueva escuela. Helena juntó todo su coraje de niña de seis años y entró por el portón. Los niños estaban en el patio: algunos jugaban a la rayuela, otros a la mancha o a la pelota, y algunos estaban solo sentados charlando en la puerta de las aulas.
Caminaba con la cabeza baja, pero observando todo. Una niña de cabello enrulado, prácticamente de su tamaño, la saludó. Helena miró alrededor. ¿Será que el saludo era para ella? Se acercó y enseguida descubrió que la niña se llamaba Laura y que estudiarían juntas en el mismo salón de clases. En el transcurso del día, otros gestos hicieron que Helena se sintiera bienvenida: le alcanzó la goma cuando se le cayó al suelo, la rapidez con la que juntó las mesas cuando la maestra avisó que el trabajo sería de a dos.
Por eso, cuando su papá preguntó cómo fue su primer día de clases, ella respondió:
-¡Fue el mejor, papá!
Ya tenía una amiga, y eso era muy especial.
Mi oración: Señor, ayúdame a ser un niño gentil en palabras, gestos y actitudes.
Gesto: Manera de expresar lo que sentimos o queremos decir a través del movimiento de la cabeza, de las manos y del cuerpo.