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La tierra congelada

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«Los cielos te pertenecen y la tierra también; todo lo que hay en el mundo es tuyo; tú lo creaste todo. Creaste el norte y el sur; el monte Tabor y el monte Hermón alaban tu nombre». Salmo 89:11, 12.

El Polo Sur de nuestro planeta está en la Antártida, una tierra muy fría, sin nacionalidad definida, donde diferentes países hacen investigaciones sobre el clima del mundo, los animales que habitan allí y al derretimiento de los glaciares.

Es una tierra glacial, es decir, llena de hielo y con temperaturas frías, donde casi no pueden crecer flores, árboles ni animales. Ni el gatito más inteligente o el león más feroz sobrevivirían allá, expuestos al hielo.

Los habitantes de esa tierra del hielo, además de los investigadores que permanecen una parte del año allá, son los pingüinos, elefantes marinos (¿sabías que existe ese animal? ¡Sí... existe!), ballenas y focas. Esos animales tienen la piel apropiada para soportar temperaturas glaciales como esas.

¿Sabías que aun en esa tierra aislada Dios está presente? Él puede cuidar todos los lugares del mundo: ¡los que quedan cerquita de tu casa y hasta los más distantes!

Mi oración: Señor, te agradezco por tu presencia en este mundo, de norte a sur.

Haz una prueba: llena un vaso con cubos de hielo. Después, mantenlo en tu mano durante algún tiempo. ¿Sentiste cómo la mano se puso fría? Ahora, imagínate cómo debe ser el clima allá en el Polo Sur.

Glaciar: Masa de hielo que existe en algunas partes del mundo; es como un río congelado que se mueve muy lentamente.

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