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Flores pequeñas

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«Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso. [...] Pues mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana». Mateo 11:28, 30.

Pasear por un parque que queda cerca de casa siempre es un momento especial. Allí hay una arboleda donde viven unos traviesos monos macacos, con bebes macacos que cuelgan de las espaldas de sus madres. Una vez vimos un gatito entrar sin miedo por un sendero. Pero lo que más me impresiona es un inmenso árbol que está en medio del camino.

Está cubierto por un follaje que crece en los meses lluviosos, y tiene pequeñas flores amarillas. No conozco el nombre de esas flores, pero son pequeñitas y hermosas, y resisten bien el viento del invierno tropical.

Soplaba un viento refrescante cuando decidimos parar y apreciar la belleza de la naturaleza. Agradecimos a Dios porque, en medio del ruido de los automóviles, las bocinas, la prisa de la vida cotidiana, tenemos momentos así, de tranquilidad y alegría, para orar y pensar en el Creador del viento, de los árboles y de esas flores amarillas que amo tanto. Mi oración: Querido Dios, te pido tranquilidad en la vida de mi familia a través del amor y de la naturaleza.

¿Qué te parece si hacer un paseo por la naturaleza y recoges algunas flores u hojas diferentes que encuentres por el camino?

Tranquilidad: La sensación de ausencia de problemas, con silencio y quietud.

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