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Abel, el pastor obediente

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«El Señor aceptó a Abel y a su ofrenda». Génesis 4:4.

Abel era pastor de ovejas. Desde niño aprendió a cuidar a estos animales: los guiaba a pastar, los llevaba a tomar agua y los acompañaba en los momentos de descanso. Al crecer, continuó sirviendo, trabajando y siendo obediente. Abel disfrutaba de seguir los consejos y los pedidos de Dios.

¡Imagina la alegría de oír la voz de Dios! La familia de Abel tuvo ese privilegio. A pesar de esto, Caín, el hermano mayor, no siguió los consejos de Dios. Él sentía envidia de Abel. Lo envidiaba porque Abel era sensato y obediente.

Obedecemos a Dios cuando hacemos el bien al prójimo y cuando seguimos sus mandamientos. ¿Sabías que hay un mandamiento sobre no tener envidia? Envidiar es querer algo que tiene otra persona y que no es mío. También hay mandamientos sobre respetar a los padres, adorar solo a Dios, no mentir, y otras reglas importantes para tener una vida feliz.

¿Qué te parece si aprendemos más sobre los mandamientos y cómo podemos ser obedientes? ¡Hagamos eso hoy!

Mi oración: Señor, quiero ser obediente como lo fue Abel.

Obedecer: Seguir reglas para tener una vida más feliz y segura.

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