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Jacob estaba desesperado. Se encontraba en el medio del desierto, tenía hambre y extrañaba a su madre. No dejaba pensar en lo que había hecho: era un mentiroso y ahora toda su familia sabía eso. La única solución había sido huir. Caminando por el desierto, tuvo tiempo para pensar en lo que había hecho.
Cansadísimo de tanto caminar, se detuvo en un lugar para intentar dormir, aunque le dolía todo el cuerpo y tenía mucha tristeza en el corazón. Allí, con una piedra como almohada, Jacob no solo pudo dormir, sino también tener un sueño. Él soñó que Dios calmaba su corazón al mostrarle una escalera que iba de la Tierra al cielo, Dios le dijo así que no nos abandonaba.
Las palabras del versículo de hoy se las dijo Dios a Jacob. Su voz amable trajo mucha paz y esperanza a Jacob. En medio de tantas aflicciones, él recibió una escalera de optimismo, de esperanza y cariño.
Mi oración: Querido Dios, gracias porque nunca me abandonas.
Optimismo: Ver el lado bueno de las cosas, por más que la situación sea complicada, y mantener la esperanza.