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Treinta y ocho años de intentos

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«Que el Señor les guíe el corazón a un entendimiento total y a una expresión plena del amor de Dios, y a la perseverancia con paciencia que proviene de Cristo». 2 Tesalonicenses 3:5.

En la ciudad de Betesda había un estanque de agua muy conocido. Las personas del lugar creían que estas aguas podían curar. En algunos momentos, el agua se agitaba; y la gente creía que un ángel lo hacía. Muchas personas enfermas se quedaban allí, cerca del estanque, con la esperanza de ser curadas.

Jesús estaba en esa ciudad llevando amor y sanidad a las personas. Él caminaba cerca del estanque cuando notó a un enfermo que estaba solo. Ese hombre estaba paralítico desde hacía 38 años. Ya no tenía esperanza de curarse.

-¿Quieres sanarte? -le preguntó Jesús.

-Señor, tengo muchos deseos... Pero cada vez que intento acercarme al estanque, alguien llega antes que yo. No tengo a nadie que me ayude.

Él era un hombre perseverante. Había intentado entrar al tanque muchas veces. Pero esta vez, ¡Jesús hizo un milagro increíble! Le dijo:

-Levántate.

Este hombre, que estuvo tantos años sin poder caminar, correr o saltar, estaba ahora completamente sanado y sin dolores.

Mi oración: Señor, quiero ser persistente en conocer tu Palabra todos los días de mi vida.

Perseverancia: Cualidad de quien no desiste ante el primer fracaso, y continúa intentando alcanzar su objetivo.

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