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Lucio hacía berrinches cada vez que juego no era como él quería. Los niños del barrio se juntaban para jugar en el parque y él llevaba su pelota. Era la mejor pelota del barrio, sin duda.
Una vez que se formaban los equipos, comenzaba el juego de fútbol, con las reglas que decidían los propios niños. Todo parecía ir bien, hasta que el equipo de Lucio comenzaba a perder y él reclamaba, inventaba reglas y, al final, tomaba la pelota y se iba, terminando con el juego.
Los otros niños no estaban de acuerdo con eso, pero... ¿cómo podían continuar el juego sin la pelota? El arquero, cansado de esta situación que se repetía día tras día, tuvo una idea: consiguió una pelota para que los niños jueguen. No era una pelota tan buena como la de Lucio, pero servía para patear y hacer goles.
Desde la ventana de la sala, después de más de un berrinche, Lucio escuchaba las risas de sus amigos. ¡El juego continuaba! Él, que creía tener «el poder», entendió que necesitaba tener humildad y calma.
La Biblia contiene historias de reyes y líderes que usaron su posición de poder para el bien o para el mal. Nosotros, en las situaciones comunes de la vida, podemos aprender de ellos a tratar a las personas cómo nos gusta que nos traten.
Mi oración: Señor, quiero tener sabiduría para convivir con otras personas.
Poder: Dominar una situación; ser una autoridad. Hay personas que se vuelven mandonas cuando tienen poder.