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Cuando el profeta Samuel visitó la casa de Isaí para conocer al nuevo rey de Israel, imagino que quedó un poco confundido. Hijo tras hijo, del más alto y fuerte, hasta el más pequeño, Dios le fue diciendo «Todavía no, este no es el futuro rey».
David era el hijo más joven de Isaí. No era un guerrero que luchaba en las batallas; era un muchacho que cuidaba de las ovejas y le gustaba tocar música. Dios vio su trabajo; observó su dedicación, su corazón de adorador y su valentía. Dios no mira el exterior, él ve nuestro potencial. ¡Él mira nuestro corazón!
He visto a niños y niñas decir que les gustaría hacer algo importante para cumplir la misión de contarle al mundo acerca de Jesús. ¿Sabías que puedes participar de algo grandioso? Cuéntale a Dios tus sueños, sé un adorador y comienza a hacer en tu hogar el trabajo de un misionero. ¡Dios conoce tu potencial!
Mi oración: Querido Dios, te agradezco hoy por creer en mí.
Potencial: Cualidad de quien puede llegar lejos y lograr algo importante.