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¿Cómo se ve un príncipe?

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«Pues nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado; el gobierno descansará sobre sus hombros, y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz». Isaías 9:6.

Cuando la gente imagina a un príncipe o a una princesa, a alguien de la realeza, imagina carruajes o automóviles bonitos y lujosos. Alguien podría pensar en ropa con piedras preciosas, palacios, banquetes y viajes a lugares fantásticos del mundo.

¿Alguna vez has visto a un príncipe o una princesa? ¿Cómo eran? La historia del mayor Príncipe de este mundo es sorprendente. Después de todo, él nació en una ciudad del interior, y no fue en un hospital de lujo: fue en un establo, porque no había una habitación disponible para su familia.

La historia de Jesús, el Príncipe de Paz, nos recuerda que lo que importa no son nuestras casas ni ropa; tenemos la seguridad de ser de la realeza del reino de Dios en nuestro corazón, en nuestro amor por las personas, en nuestras actitudes.

Jesús vivió de manera simple cuando caminó por la Tierra. Sin lujos, sin cosas caras. Él abrazó a las personas, trajo consuelo a las multitudes que sufrían y ofreció salvación para quien la quisiese.

Aún hoy, el Príncipe Jesús quiere que tú tengas una vida simple y feliz, llena de cosas que importan de verdad, y que esperes con ansias el día en que viviremos para siempre en el reino del cielo.

Mi oración: Señor, quiero ser un príncipe o una princesa del reino de Dios.

Príncipe: Hijo del rey; puede ser el sucesor para ocupar el trono.

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