|
Jonás era un misionero. Él predicaba sobre el amor de Dios por las personas. ¿Conoces su historia? El Señor le avisó que debía visitar la ciudad de Nínive con el objetivo de predicar al pueblo que estaba en pecado. Jonás no quería ir, así que subió a un barco que iba a una región muy diferente.
Las cosas no salieron como lo había planeado. Él aprendió una lección importante cuando un pez enorme se lo tragó. Oró bastante y pensó en todo lo que había pasado y en cómo había fallado en su responsabilidad.
Finalmente, Jonás obedeció el mandato de Dios. Cuando terminó de decirle al pueblo de Nínive el mensaje que Dios había mandado, el pueblo se arrepintió de hacer cosas malas.
Todos querían tener una nueva oportunidad, querían ser mejores personas y abandonar el pecado. Pero en lugar de estar feliz, Jonás estaba molesto y enfadado, y se fue de la ciudad. Estaba enojado porque Dios decidió darle al pueblo de Nínive una nueva oportunidad.
Dios tuvo una conversación con Jonás y le mostró cómo su enojo no tenía motivo. Después de todo, la mayor enseñanza que podemos recibir del Señor es su amor y perdón.
Mi oración: Querido Dios, no quiero que haya enojo o tristeza en mi vida, sino solo el amor y el perdón que vienen de ti.
Conversa con tu familia sobre las situaciones que pueden provocarte enojo y cómo lidiar con esto.
Rabia: Lo mismo que la ira; estar molesto o enfadado por alguna situación.