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Bendita la que cree

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"Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo" (Luc. 1:45, NTV).

Helen Roberts tiene ojos bien azules y un flequillo que los enmarca como un gran telón rubio. Cuando se sienta en el estudio de la radio y me cuenta su historia, sus ojos fulguran con fe. A mediados de 1998, Helen descubrió un bulto en su pierna. Los doctores a quienes consultó no se alarmaron, y sencillamente la anotaron en la lista de espera para extirpar el antiestético bulto. Sin embargo, luego de la biopsia, el 6 de enero de 1999, Helen recibió un diagnóstico devastador: cáncer terminal secundario.

Al recibir la noticia, Helen y su marido tenían una bebé de tan solo un año, y ambos trabajaban como líderes de una iglesia. Sus planes y sueños para el futuro parecían evaporarse delante de sus ojos; sin embargo, esa misma semana, un pastor indio visitó su iglesia. El pastor estaba de gira, predicando por un lapso de 21 días en Inglaterra. Dios le había dicho que durante su viaje encontraría a una mujer con cáncer, que debía orar por ella y que la mujer sanaría. En el penúltimo día de su viaje, el pastor se encontró con Helen y oró por ella.

Dios confirmó el mismo mensaje a través de las palabras de un maduro miembro de iglesia, quien oro por Helen un día después. Este hermano compartió las palabras de Éxodo 14:13 como una promesa de Dios para Helen: “No tengan miedo. Solo quédense quietos y observen como el Señor los rescatará hoy. Esos egipcios que ahora ven, jamás volverán a verlos” (NTV). Al oír esas palabras, Helen creyó que jamás volvería a tener cáncer.

Aunque su cáncer era inoperable, Helen debía ver a varios especialistas en el hospital para monitorear el progreso de su enfermedad. A cada médico que veía, ella le decía: “Dios me dijo que voy a sanar. Los estudios ya no van a detectar células cancerígenas”. ¡Y así fue! Los doctores siguieron haciendo estudios y monitoreándola por años. Luego de diez años, finalmente se dieron por vencidos y le dijeron: “Ya no creemos que sea necesario continuar monitoreándote”.

En su amor, algunas veces Dios dice cosas tan extravagantes que nos cuesta creer. Por ejemplo, Dios dice que eres inestimablemente valiosa (Isa. 43:4); que fuiste escogida (Juan 15:16); que eres completamente libre (Juan 8:36); que eres una nueva creación, no definida por los errores del pasado (2 Cor. 5:17). Y que eres amada incondicionalmente (Rom. 5:8). ¡Atrévete a creer!

Señor, creo que cumplirás todo lo que dijiste acerca de mí. Tu palabra es energía creadora en movimiento; no puede volver vacía. Tu palabra es una fuerza irresistible que el enemigo no puede detener. Yo creo en ti.

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