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Flechas verdes

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"Luego Samuel tomó una piedra grande y la colocó entre las ciudades de Mizpa y Jesana. La llamó Ebenezer (que significa “la piedra de ayuda") porque dijo: "Hasta aquí el Señor nos ha ayudado!” (1 Sam. 7:12, NTV).

Cierto día, Anne y yo hicimos una caminata de 28 kilómetros por Ashridge Estate, en Hertfordshire, Inglaterra. Fue una experiencia bella y extenuante que nos llevó ¡nueve horas! Al caminar por el sendero limítrofe, atravesamos bosques milenarios cubiertos de ajo silvestre en flor. El sendero está señalizado con flechas verdes. Cada vez que encontrábamos una flecha, Anne la tocaba y daba una suave palmadita, como diciendo: “Sí, seguimos por el camino correcto”. Es difícil explicar la alegría que sientes cuando, al hacer senderismo, encuentras una señal que confirma el camino. Al final de la caminata, aunque ya arrastrábamos los pies del cansancio, aún nos quedaba energía para gritar y aplaudir cuando atisbábamos una flecha.

Muchas veces, para describir la vida con Jesús decimos que caminamos con Dios". ¡Esta metáfora es tan rica! Caminar con Dios es una experiencia bella y extenuante. Es una aventura en la que encontramos belleza indescriptible, pero también dolor, y nos salen ampollas en los pies. A menudo, entre una señal y otra, avanzamos por fe, confiando en que en el momento indicado Dios nos dará más información. Él no nos guía por la vida como un GPS, dándonos indicaciones paso a paso, o si no, como las señalizaciones de un sendero. En Discerning the Voice of God [Cómo discernir la voz de Dios], la escritora estadounidense Priscilla Shirer lo describe de esta manera: "Queremos que Dios pinte la imagen completa de inmediato, pero, sabiamente, él no revela ciertas verdades y detalles sino hasta cuando los necesitamos”.

Por eso, cuando vemos una señal que confirma el camino, es importante acostumbrarse a marcar ese momento en la memoria. Darle una palmadita a la flecha nos ayuda a recordarla mejor, y a no desesperar en los días en que nos sentimos perdidas. Hay que acostumbrarse a notar y marcar esos momentos, a erigir hitos espirituales que nos recuerden que “hasta aquí nos acompañó Jehová” (1 Sam. 7:12). Puedes escribir acerca de esos momentos en un diario de oración, compartirlos con amigas o incluirlos en una cartelera de gratitud. Cualquiera que sea tu estrategia, haz un esfuerzo consciente para que estos momentos dejen una huella indeleble en tu memoria.

Señor, ¡gracias por guiarme! Hoy quiero hacer un esfuerzo consciente para marcar en mi corazón, de forma indeleble, tu presencia y tu amor.

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