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Esperanza en medio del dolor

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"Pues Dios, quien dijo: "Que haya luz en la oscuridad', hizo que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de Dios que se ve en el rostro de Jesucristo” (2 Cor. 4:6, NTV).

Hace unos meses tuve el privilegio de entrevistar a Kristen Wetherell para la Radio Adventista de Londres, Kristen es escritora y vive con su marido, Brad, en los suburbios de Chicago, en los Estados Unidos. Cuando Kristen estaba en el tercer año de la universidad, su vida cambió por completo. Ella pasó de estar llena de energía a estar siempre agotada. En un período de seis años, su cuerpo continuó debilitándose. Pasó de correr carreras, hacer teatro y llevar una vida activa, a estar agotada a las 8:30 de la noche, sintiendo debilidad y fatiga crónica. Kristen se había mudado a Nueva York para intentar alcanzar su sueño de ser actriz profesional. Sin embargo, meses después debió regresar a su casa, porque estaba siempre exhausta y adolorida. Con los años, las cosas solo empeoraron. Tareas simples como sostener un lápiz o tipear en la computadora hacían que sus manos se paralizaran de dolor. El dolor comenzó a extenderse a sus rodillas y pies, hasta que Kristen ya no podía ni siquiera hacer caminatas cortas. Después de seis largos años, Kristen y Brad encontraron a un médico experto en la enfermedad de Lyme que finalmente pudo darles un diagnóstico correcto. Luego de años de tratamiento, la salud de Kristen mejoró muchísimo y la enfermedad de Lyme está bajo control. Aunque aún está haciendo rehabilitación, Kristen cree que ha aprendido una lección muy importante: cómo sufrir con esperanza.

En su libro Esperanza en medio del dolor, Kristen escribe: “La realidad es que el dolor físico o emocional, especialmente cuando es crónico, tiene la capacidad de quitarnos las máscaras que solemos usar, dejando nuestros corazones expuestos y nuestras tendencias autosuficientes amenazadas”. Es en nuestra debilidad, es cuando baja la marea, que realmente podemos ver lo que hay en el lecho del río. Y es justamente en esos momentos de exposición y vulnerabilidad que Dios puede, si se lo permitimos, redimir nuestro dolor. Él puede transformar lo que el enemigo quería usar para lastimarnos en una oportunidad para bendecirnos.

Señor, el dolor, tanto físico como emocional, especialmente cuando es crónico, afecta todas mis perspectivas, incluyendo lo que pienso acerca de ti. Cuando el enemigo quiera arrancarme mi fe usando el dolor como un arma, ayúdame a correr hacia ti. Dame tu fuerza para continuar creyendo que redimirás todas mis angustias. Tú puedes utilizar cada una de mis lágrimas pararegar mi alma y hacer que mi fe crezca.

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