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Parecerá que triunfaron

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Al séptimo día las aguas del diluvio cayeron sobre la tierra (Génesis 7: 10).

EL ARCA ESTABA TERMINADA, los animales ya habían entrado y Noé dirigió el último llamado para que el numeroso pueblo impenitente salvara sus vidas. Noé, sus hijos y sus respectivas esposas entraron al colosal barco y luego Dios envió un poderoso ángel que cerró la puerta.

Durante seis días Noé permaneció dentro del arca sin que cayera una sola gota de agua. Durante seis días Noé y su familia fueron severamente probados. Noé fue ridiculizado y su mensaje dio la impresión de ser falso. El mundo gritó victoria y los hijos fieles de Dios parecieron derrotados.

Pero «al séptimo día las aguas del diluvio cayeron sobre la tierra». Cada hombre y mujer de esa raza longeva se convenció de que hay un Dios en los cielos que juzga las acciones. Mientras el agua caía, todos los que estaban fuera del arca se dieron cuenta que la paciencia de Dios tiene un límite y que solo los hijos fieles al Creador pueden confiar en la victoria.

El Señor Jesús nos advirtió que «la venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé» (Mat. 24: 37). Es decir, habrá un tiempo de angustia para el pueblo de Dios, mientras que el mundo creerá haber vencido. ¿Cuál es el propósito de Dios permitirles a los incrédulos que parezcan que obtuvieron la victoria? «El Señor está mirando con piedad, con compasión y con tierno anhelo a sus hijos tentados y probados. Se permitirá por un tiempo que los opresores triunfen sobre los que conocen los santos mandamientos de Dios. A todos se les da la misma oportunidad que se le concedió al primer gran rebelde para demostrar el espíritu que los mueve a la acción. Es el propósito de Dios que cada uno sea probado, para ver si será leal o desleal a las leyes que gobiernan el reino de Dios. En estos últimos Dios le permitirá a Satanás que revele su carácter como mentiroso, acusador y homicida. De esta manera el triunfo final de su pueblo resulta más evidente, más glorioso, más pleno y completo» (Elena G. White, Mensaje selectos, t. 3, p. 473).

La historia de este mundo se precipita para un desenlace fatal. Como lo hizo en tiempos de Noé, Dios nuevamente irrumpirá como Rey y como Juez para terminar con el pecado y los pecadores, y para darle vida en plenitud a su pueblo. Quizá parezca, por un tiempo, que los pecadores vencerán, pero serán solo apariencias. Dios cumplirá su palabra y «recibirán el reino los santos del Altísimo, y lo poseerán hasta la eternidad y para siempre» (Dan. 7: 18).

Ejemplos y enseñanzas de los patriarcas

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