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Un nuevo hogar

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Así fue como el Señor dio a Israel toda la tierra que había jurado a sus padres que les daría, y de la cual tomaron en posesión para habitarla (Josué 21:43).

GENERALMENTE A LOS PASTORES DE SUDAMÉRICA se nos pide, luego de haber trabajado entre 4 y 6 años en un lugar, que vayamos a otra ciudad. Con mi esposa solemos encarar las mudanzas con mucha expectativa y tomamos muchas precauciones para que todo vaya correctamente embalado. Tenemos cajas especiales para todos mis libros; los platos, vasos y cubiertos tienen una envoltura especial; la ropa, los zapatos y algunos enseres domésticos suelen ir en otras cajas. Todo tiene que estar supervisado por mi esposa, quien se toma el trabajo de anotar fuera de las cajas lo que contiene cada una. Realmente son días de mucho trabajo, «desarmar» una casa para «armarla» en otro lugar y ¡qué alegría da ver todo ordenado en la nueva casa!

Bajo el liderazgo de Josué, el pueblo Israelita estaba de mudanza. Primero habían abandonado Egipto para dejar de ser esclavos y vivir como personas libres. Su rebeldía contra Dios los obligó a estar cuarenta años en el desierto, y después de esa larga travesía, habían entrado en guerra con las naciones cananeas. Dios les había dado la victoria sobre cada uno de los reyes que se había cruzado en su camino y ahora estaban en condiciones de tomar posesión de Canaán.

A lo largo de todo ese tiempo, Dios se había manifestado misericordiosamente con su pueblo. Los había protegido del calor desértico y de las intensas heladas, había preservado su salud y la ropa que poseían y los había alimentado milagrosamente. Terminado el largo viaje, y luego de hacer la repartición de las tierras para cada tribu, Josué registró en su libro: «De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella». Dios permitió que los israelitas vivieran en su nuevo hogar.

Igualmente, quienes esperamos el retorno de nuestro Salvador, también estamos de «mudanza» con el deseo de vivir en un nuevo hogar. Llevamos recorrido un largo viaje y, de acuerdo al cumplimiento de las profecías, dentro de muy poco terminará. Jesús volverá para buscar a sus amados hijos y «el vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios» (Apoc. 21:3). Continúa con tu preparación espiritual y sé paciente, porque muy pronto todos juntos viviremos junto a nuestro Salvador.

Ejemplos y enseñanzas de grandes líderes.

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