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NADIE SOSPECHABA NADA, hasta que una cruel noticia sacudió a la iglesia: un diácono había abandonado a su esposa y a sus cuatro hijos para irse con una joven 18 años menor que él, que hasta ese momento había sido miembro de iglesia. Al hablar con la esposa abandonada, con sus hijos y con una cantidad de hermanos que habían quedado sumamente lastimados, sentí que Satanás había zarandeado literalmente a la iglesia.
¿Cómo podía ser que ese hombre haya estado sirviendo a Dios mientras planeaba pecar causando tanto dolor? ¿Cómo era posible que una joven adventista no tuviera lástima de quebrantar un hogar dejando a cuatro hijos sin padre? ¿Era verdad o una horrible pesadilla que toda esta historia estuviera ocurriendo en la iglesia? Aunque visité, aconsejé y exhorté, no me fue posible impedir que muchos hermanos abandonaran la iglesia por lo que habían visto.
Historias como esta, de mayor o menor magnitud se viven en diferentes templos de nuestra denominación y esto ocasiona que muchos duden y abandonen la fe. ¿Puede Dios amar a un pueblo con estas características? Para algunos no es fácil aceptar que en el mismo campo crecerá el trigo junto a la cizaña, y no es fácil de aceptar porque es tremendo el daño que causa la cizaña cuando se revela como tal.
Pero, aunque la iglesia tenga en su seno a personas justas y otras distanciadas de Dios, el pueblo de Dios en esta tierra sigue siendo objeto de su máxima estima. «Aunque existen males en la iglesia, y los habrá hasta el fin del mundo, la iglesia ha de ser en estos postreros días luz para un mundo que está contaminado y desmoralizado por el pecado. La iglesia, debilitada y deficiente, que necesita ser reprendida, amonestada y aconsejada, es el único objeto de esta tierra al cual Cristo conceda su consideración suprema» (Elena G. White, Joyas de los testimonios, t. 2, p. 355).
Por esta razón, si has vivido o te tocara presenciar en tu iglesia una historia en que los hombres muestran que aman al diablo y no a Dios, no desesperes. Así como en el pasado Dios instruyó a Israel y «lo cuidó como a la niña de sus ojos», actualmente es la iglesia a quien Cristo dedica «consideración suprema» y será él quien la limpie. La cizaña será atada en manojos para quemarla, pero juntará el trigo en su granero (Mat. 13:30). Pero hasta que eso ocurra, busca cada a día a Jesús como el Señor y Salvador. Solo así tendrás la seguridad de la salvación.
Ejemplos y enseñanzas de grandes líderes.