Regresar

No hay por qué temer

Play/Pause Stop
Contra Jacob nada pueden las brujerías; contra Israel nada valen las artes mágicas [...] Este pueblo se levantará como un león; como león rugiente se pondrá de pie (Números 23: 23-24).

«ME HAN HECHO UN DAÑO», «le han querido hacer un mal», «fueron a consultar a una curandera para saber si tenía un hechizo» eran expresiones de la vida corriente, en una ciudad en la que me tocó colportar.

Esa tarde había salido con un compañero a trabajar y luego de haber presentado nuestros libros en varios hogares, en el camino de regreso, vi un pequeño muñeco hecho con alambres que llamó mi atención. Lo levanté, lo miré atentamente y noté que tenía varios alfileres clavados. Cuando mi compañero advirtió lo que era, me grito: «¡Tíralo, eso es brujería, te puede hacer mal!» Era la primera vez que veía algo así y lo levanté por curioso. ¿Es posible que a los hijos de Dios, nos afecte el daño que desean hacer personas que trabajan con el enemigo?

El pueblo de Israel había acampado «en los campos de Moab, frente a Jericó, a orillas del río Jordán» (Núm. 22: 1), por indicación divina. La columna de nube que los guiaba se detuvo en ese lugar y el pueblo no sospechaba lo que estaban tramando mentes perversas. Balac, rey de los moabitas, le pidió a Balaam que maldijera al pueblo.

En las culturas cananeas era parte de su adoración y religión vivir de la superstición y la hechicería. Tenían amuletos, consultaban a sus dioses y se hacían brujerías para llevar desgracias a otros. Los reyes acostumbraban entrevistarse con los adivinos antes de una guerra, y muchas veces eran los adivinos y hechiceros quienes proferían maldiciones para que el rival fuera vencido.

Asimismo, pretendía Balac hacer con el pueblo de Dios. Las derrotas de los reyes cananeos Sehón y Og habían despertado el miedo en el rey moabita, y él creía que una maldición dada por un hombre que pretendía ser de Dios, sería suficiente para provocar daños en el pueblo de Israel.

Pero piensa por un momento: ¿Dejaría Dios que su pueblo fuera maldecido por un hombre «de ojos abiertos»? Nunca. Dios le rebeló a Balac que «contra Jacob nada pueden las brujerías, contra Israel nada valen las artes mágicas [...] Este pueblo se levantará como un león; como león rugiente se pondrá de pie».

Con la misma confianza y tranquilidad con que anda un león por la selva, podemos andar los que formamos parte del pueblo de Dios, porque el Señor de los ejércitos está con nosotros. Mientras tengamos nuestra confianza puesta en Jesús, nunca habrá contra nosotros «brujería» o «artes mágicas» que nos haga mal.

Ejemplos y enseñanzas de grandes líderes.

Matutina para Android