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Servicio y obediencia

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El pueblo le respondió: «Al Señor nuestro Dios serviremos, y obedeceremos su voz» (Josué 24:24)

DESDE MUY PEQUEÑO MI MADRE hizo todo lo posible para que fuera un hijo obediente. No siempre lo logró. Cuando tenía cuatro años de edad, había una ventana que tenía una pequeña cornisa donde me gustaba jugar. Mi madre consideró que jugar allí podía ser peligroso, así que me pidió que nunca jugara en ella. De más está decir que respondí afirmativamente a su pedido, pero momentos después cuando mi madre desapareció de mi vista, otra vez me puse a jugar en esa cornisa. Después de algunos segundos, escuché que la puerta de mi casa se abría, y en el apuro por bajarme de la cornisa, me golpeé el mentón teniendo mi lengua afuera. Todavía recuerdo la cara de susto de mi madre, que habiendo tapado mi boca con una toalla, rápidamente me llevó a un hospital porque mi lengua colgaba de un transparente trozo de piel.

La obediencia a Dios es un requisito indispensable para tener una fe sana. Quienes afirman tener fe, pero no obedecen a los requerimientos divinos, se engañan así mismo, ya que Jesús les dará «salvación eterna» a «todos los que le obedecen» (Heb. 5:9). Como llevamos en nuestro interior genes pecaminosos que procuran vivir en independencia a la Palabra divina, es necesario entregarle nuestra voluntad a él cada día para que su Espíritu nos conduzca a la obediencia.

Josué fue el hombre elegido por Dios para culminar la tarea que Moisés había iniciado. Con todo amor y compromiso llevó un liderazgo impecable procurando a lo largo de su vida servir de ejemplo a cada hombre de Israel. Luego de la gran conquista israelita sobre las naciones cananeas, Josué se despidió del pueblo invitándolos a que sirvieran y se humillaran de «corazón ante el Señor y Dios de Israel» (Jos. 24:23). Todas las tribus israelitas le respondieron: «A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos».

Y en tu caso, ¿te cuesta obedecer a Dios? ¿Pones atención también a los pequeños detalles de las Escrituras o prefieres una obediencia superficial? ¿Es tu obediencia mejor que la del pueblo de Israel? En el nombre de Jesús te invito a que tomes la decisión de servir con tu obediencia al Padre celestial, ya que la obediencia en esta tierra es solo una preparación para el servicio que le brindaremos por la eternidad.

Ejemplos y enseñanzas de grandes líderes.

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