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Un corazón sin lógica

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Amasías hizo lo recto a los ojos del Señor, aunque no de todo corazón (2 Crónicas 25:2)

EL RELATO DE AMASÍAS EN LAS ESCRITURAS es incomprensible, pero debo admitir que la vida de los mortales de este mundo, al igual que la de este rey, muchas veces también carece de lógica.

Amasías como rey de Judá estaba en guerra contra el poderoso ejército de los edomitas, y para aumentar las fuerzas de su ejército, contrató a sueldo a los efrainitas y a otros hombres de las tribus del norte de Israel. Un hombre enviado por Dios le dijo: «Su Majestad, no conviene que el ejército de Israel lo acompañe, porque el Señor no está con los israelitas ni con ninguno de los efraimitas» (2 Crón. 25: 7).

con un alto grado de obediencia, Amasías apartó a todos los efrainitas e israelitas y enfrentó a los descendientes de Esaú. Por su fidelidad, Dios le dio una gran victoria y un cuantioso botín de guerra. Entre los despojos que obtuvo, trajo a Jerusalén «los dioses de los hijos de Seir, los reconoció como dioses, y los adoro y les quemó incienso» (vers. 14). ¿Cómo se entiende? ¿Cómo es posible que Dios le permitiera vencer a un poderoso ejército y luego Amasías inclinara su corazón hacia los dioses de sus enemigos?

Amasías no es muy diferente a como viven muchos que profesan conocer a Jesús. Oran a Dios pidiendo trabajo, salud, paz familiar, bienestar económico o alguna otra bendición, solo para apartarse de Dios una vez que reciben lo que pidieron. La mensajera de Dios, revelando lo que a veces hay en el corazón humano nos dice: «Es imposible permanecer en una posición elevada sin peligro. La tempestad deja intacta a la sencilla flor del valle, en tanto que lucha con el encumbrado árbol que se eleva en las alturas de la montaña. Hay muchas personas a las que Dios pudo haber utilizado en la pobreza. Allí pudieron ser útiles y logrado la gloria después, pero la prosperidad las arruinó. Fueron arrastradas hasta el abismo porque olvidaron la humildad, que Dios era su fortaleza, y se volvieron independientes y autosuficientes» (Elena G. White, Cristo triunfante, p. 96).

La historia de los reyes israelitas en las Escrituras nos obliga a realizar una seria reflexión sobre nuestra vida espiritual, ya que no debemos, como hijos de Dios, darle la espalda a nuestro Padre luego que vuelque bendiciones sobre nuestra vida. Como hijos humildes y agradecidos, al recibir algún regalo del cielo que nos enaltezca, debemos mostrar nuestro amor, fidelidad y obediencia hacia Aquel que nos da su bendición.

Ejemplos y enseñanzas de los reyes.

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