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El reloj de Dios

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Ana quedó embarazada y, cuando se cumplió el tiempo, dio a luz un hijo, al que le puso por nombre Sam: pues dijo: «Yo se lo pedí al Señor» (1 Samuel 1: 20).

A TRAVÉS DE LA BREVE HISTORIA DE ANA en los primeros capítulos del profeta Samuel, es posible ver la desesperación en la que caen muchas mujeres que desean ser madres y no pueden. Momentos de depresión, llanto, dolor e impotencia por no encontrar solución al problema, son las descripciones bíblicas de esta piadosa mujer. Es muy posible que Ana se haya preguntado: «¿Por qué otras mujeres, menos temerosas de Dios e incluso incrédulas, tienen hijos y yo no?»; o también podría haber pensado: «¿Cómo es posible que haya madres que no educan a sus hijos? Yo que les ensañaría los caminos de Dios desde pequeños no puedo tenerlos».

El problema se agravaba por la presencia de Penina, la otra esposa de Elcana. Penina, al ver que Elcana tenía preferencias hacia Ana, «la molestaba y la hacía enojar hasta entristecerla, porque el Señor no le había concedido tener hijos» (1 Sam. 1:6). ¡Penina metía «el dedo en la llaga» para que Ana se sintiera más desdichada todavía!

La fiesta anual que se realizaba en Silo debería haber sido un momento de regocijo para Elcana y toda su familia, pero Ana no podía estar feliz al escuchar las burlas de Penina. Así fue que Ana, «oró y lloró al Señor con mucha amargura» (vers. 10). Dios escuchó esa oración y respondió su pedido.

No sabemos qué razones tuvo el Señor para que Ana no pudiera concebir cuando ella lo deseaba, pero sí sabemos que Dios tiene su tiempo y cuando él lo decidió, Ana fue madre de Samuel y de cinco hijos más (1 Sam. 2:21). «El reloj de Dios siempre es puntual. Ni se adelanta, ni se atrasa, como algunos de los nuestros. Dios jamás se tarda, como hacemos algunos de nosotros. El Señor hace las cosas a tiempo» (Arnold Wallenkampf, La demora aparente, p. 140).

En tu caso, ¿has pasado tiempo esperando algo y todavía no llega? ¿Sientes que tus oraciones no son escuchadas? ¿Has llegado a desanimarte, a llorar o quizás hasta perder la fe, porque lo que estás pidiendo parece que nunca vendrá? La historia de Ana refleja la gran verdad de que los tiempos de Dios son diferentes a los nuestros y además que «el reloj de Dios siempre es puntual», Sí, el Señor sabe qué darnos y cuándo hacerlo. Por eso, antes de comenzar con tus tareas cotidianas, entrégale tu pedido nuevamente al Padre celestial y pídele que tu fe no decaiga mientras aguardas su respuesta.

Ejemplos y enseñanzas de hijas de Dios.

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