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Solución para los celos y envidias

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En tu corazón crees que eres un dios y que tienes tu trono en medio de los mares. En tu corazón actúas y piensas como si fueras un dios, aunque no eres un dios sino un hombre (Ezequiel 28:2).

A TRAVÉS DE LA FIGURA DEL REY DE TIRO, el profeta Ezequiel da una vislumbre de lo que Satanás sintió y pensó cuando aún no había sido expulsado del cielo. Este ser majestuoso, bello, con una inteligencia deslumbrante, fue en un tiempo un ser lleno de santidad y amor por el Padre celestial. Hubo un tiempo cuando Lucero era su único nombre, ya que Satanás fue el nombre que recibió después de su caída.

Los celos y la envidia fueron contaminando su corazón, y poco a poco el pecado se arraigó en ese ser creado en perfección. Llegó a tener tal orgullo y soberbia que pensó: «Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares». Satanás olvidó que era un ser creado y que todos sus atributos y dones los había recibido por voluntad de Dios.

¿Cómo pudo pasar esto? Es que los celos y la envidia nublan la visión de quien los posee y hacen ver como rival al objeto de los celos. En este caso, Satanás sintió celos y envidia del Hijo de Dios. «Satanás fue una vez un ángel a quien se honraba en el cielo, el que seguía en orden a Cristo. Su semblante, como el de otros ángeles, era benigno y denotaba felicidad. Su frente, alta y espaciosa, indicaba poderosa inteligencia. Su figura era perfecta, y su porte noble y majestuoso. Pero cuando Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen", Satanás sintió celos de Jesús. Deseó que se le consultase acerca de la formación del hombre, y porque esto no se hizo, se llenó de envidia, celos y odio. Deseó recibir los más altos honores después de Dios, en el cielo» (Elena G. White, Primeros escritos, p. 145).

Cuando el hombre pecó, los celos y la envidia formaron parte del corazón humano. Solo el poder de Jesús puede erradicar estas características diabólicas del corazón. Si se fomentan, traerán como consecuencias calumnias, críticas, insultos y hasta violencia física.

Solo Jesús puede limpiarnos para que la humildad, la sencillez y la mansedumbre desplacen las tendencias pecaminosas que arrastramos en esta vida. Solo Jesús puede darnos espíritu de conformidad con lo que poseemos para que jamás tengamos celos o envidia de otro. Solo Jesús tiene el poder para recrearnos a su imagen. Comienza este día dándole tu voluntad y tu corazón a Jesús.

Ejemplos y enseñanzas de profetas mayores.

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