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¿HAS TENIDO LA OPORTUNIDAD DE DAR ESTUDIOS BÍBLICOS? ¿Has dedicado parte de tu tiempo para explicar las enseñanzas de la Biblia a alguien que las ignoraba? La tarea de compartir sistemáticamente las Escrituras a veces resulta agotadora. En otras ocasiones se suspenden los estudios por enfermedades, por problemas familiares o por vacaciones, pero aun así el instructor bíblico responsable trabajará con perseverancia hasta completar la serie.
Así le pasó a Víctor, un anciano de iglesia, que al terminar de estudiar la Biblia con Luis, me pidió que lo visitara para que viera si estaba en condiciones de ser bautizado. Al repasar las doctrinas bíblicas, vi que Luis había entendido las creencias adventistas y ya había tomado la decisión de formar parte de nuestra iglesia. Tuve el privilegio de bautizarlo, y tiempo más tarde, Luis estaba trabajando con dedicación y responsabilidad como diácono de la iglesia. Recordar la manera en la que Dios utilizó a Víctor para lograr la conversión de Luis, da un gozo indescriptible, porque es reconfortante ser útil en las manos del Señor en la ganancia de almas.
Felipe ya había experimentado la bendición de ser utilizado por Dios al compartir el evangelio, y fue así que luego de la persecución que se produjo en Jerusalén, Felipe llegó a las ciudades samaritanas predicando a Cristo como el Salvador del mundo. El mensaje que impartió llevaba el sello del Espíritu Santo, y como resultado la gente unánime, escuchaba a Felipe.
Sobre este tema, Elena G. White nos amonesta: «Todo el universo pide a los que conocen la verdad que se consagren sin reservas a proclamar la verdad tal cual les ha sido manifestada en el mensaje del tercer ángel [...] Los agentes divinos y humanos están combinados en la obra de salvar almas. Dios ha hecho su parte, y se necesita ahora actividad cristiana. Dios pide que se despliegue tal actividad. Él espera que su pueblo desempeñe una parte en la presentación de la luz de la verdad a todas las naciones. ¿Quién entrará en sociedad con el Señor Jesucristo?» (Servicio cristiano, pp. 105-106).
Dios te necesita a ti para que compartas las nuevas del evangelio. Hay cientos de personas que viven en la superstición; ignoran que hay una eternidad para disfrutar sin la presencia odiosa del pecado. Solo la luz del evangelio disipará las tinieblas y les proveerá esperanza para una vida mejor.
Ejemplos y enseñanzas de personajes secundarios.