Regresar

Dejándolo todo

Play/Pause Stop
Jesús salió y vio a un cobrador de impuestos llamado Leví, que estaba sentado donde se cobraban los impuestos. Le dijo: «Sígueme», Leví se levantó y, dejándolo todo, lo siguió (Lucas 5: 27-28).

JESÚS ADIESTRÓ A DOCE HOMBRES A LOS QUE LLAMÓ DISCÍPULOS. Cuando Jesús habitó en Capernaúm, «ciudad marítima» (Mat. 4: 13) de la región de Galilea, cierto día decidió pasear junto al mar. Allí estaban trabajando en la pesca los hermanos Pedro y Andrés junto a Juan y Jacobo, hijos de Zebedeo.

El día que Jesús paseó junto al mar, estos hombres habían estado tratando de pescar durante toda la noche y nada habían logrado. Pero en el momento que estaban por darlo todo por perdido, Jesús se apareció y le dijo a Simón Pedro: «Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar» (Luc. 5: 4). Pedro respondió: «Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y no hemos pescado nada; pero ya que tú me lo pides, echaré la red» (vers. 5). Luego de hacerlo, al intentar levantar la red, Simón y su hermano no tenían las fuerzas suficientes por la gran cantidad de peces, por eso hicieron señas a Jacobo y a Juan para que les ayudasen. Al introducir los peces, las barcas estaban a punto de hundirse. Los cuatro hombres reconocieron que Alguien especial estaba con ellos, y al llegar a la orilla, Jesús le hizo una invitación a Pedro que fue extensiva para todos: «Desde ahora serás pescador de hombres». Los cuatro, «dejaron todo para seguir a Jesús» (vers. 10-11).

Levi Mateo fue otro hombre que había escuchado las enseñanzas de Cristo y que anhelo en su corazón seguir al Maestro. Como cobrador de impuestos se lo consideraba un traidor de su nación y además declarado «pecador» por los consejeros espirituales de su país. Pero Jesús sabía lo que podría hacer por la influencia del Espíritu Santo. Por eso, se acercó al banco de los tributos públicos y le dijo: «Sígueme». Entonces Mateo, lo dejó todo, se levantó y le siguió.

Cada uno de los discípulos al escuchar el llamado de Jesús, lo dejaron todo y siguieron al divino Pastor. No existe otra manera de seguir a Cristo. Si la familia, el trabajo, el dinero, el deporte, la novia, los amigos, o cualquier otro elemento tiene más valor que Cristo, seguirlo es un autoengaño. Por eso, escuchemos el llamado de Jesús cuando nos dice: «Sígueme». Démosle en nuestra vida a cada cosa el lugar que le corresponde y a Cristo el primero.

Ejemplos y enseñanzas de los apóstoles.

Matutina para Android