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El Cable Transatlántico

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«Él me invocará, y yo le responderé (Salmo 91:15, NVI).

No hay teléfonos celulares. No hay llamadas ilimitadas. No hay modo de vibración. El teléfono se ha inventado recientemente, pero viene con cables. Las compañías telefónicas cuelgan cables en los postes telefónicos de toda la ciudad. Bienvenidos a la década de 1920.

Si el teléfono requiere un cable eléctrico, ¿qué se hace si se quiere hablar con alguien que está en otro continente? Pregúntele al hombre de la compañía telefónica y se tocará el bigote, fruncirá el ceño, mirará a su alrededor con nerviosismo y se aclarará la garganta. ¿Será posible llamar a alguien de otro continente? No se puede poner una hilera de postes telefónicos cruzando el océano ni tender un cable en el agua, ¿o sí?

En realidad, eso es exactamente lo que terminó haciendo el hombre del teléfono. Pero fue una verdadera tarea. El cable tenía más de 5,000 kilómetros de longitud y debía tener varios centímetros de grosor, porque las aguas profundas lo rompían una y otra vez. En este día en 1927 se inauguró con éxito el primer cable transatlántico con servicio telefónico entre Nueva York y Londres. Ese primer día se realizaron 31 llamadas con un costo de 75 dólares por una conversación de tres minutos. Eso era mucho dinero en aquella época: unos 1,500 dólares de hoy.

Adiós a la década de 1920. Hoy vivimos en un mundo libre de los cables. Los teléfonos móviles vibran y reproducen los tonos de llamada de nuestros programas de televisión favoritos mientras enviamos mensajes de texto a nuestros amigos. La red inalámbrica de internet nos conecta a una superautopista mundial de información. En cuestión de segundos podemos investigar para un examen desde la sala de nuestra casa en pijama, ver películas en nuestras tabletas y llamar a nuestros amigos, sin ningún cable a la vista.

El estilo de comunicación con cables de la década de 1920 casi ha desaparecido por completo de nuestro mundo, y podemos pensar que vivimos en la vanguardia de la tecnología de la comunicación. Pero si miramos al cielo, vemos a un Dios que inventó un sistema de comunicación mucho más eficiente que la tecnología inalámbrica, la velocidad de la luz o incluso el ángel más rápido. ¡Nos ha prometido una manera de llamar a Alguien en el cielo usando la velocidad del pensamiento! Pregúntale al hombre de la compañía telefónica si puede hacer eso, y se tocará el bigote, fruncirá el ceño, mirará a su alrededor con nerviosismo...

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