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El Primer Tratamiento Con Insulina

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«¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?» (1 Corintios 3:16, NVI).

Imagina que sientes un dolor terrible en un dedo de un pie. No puedes dormir y te resulta difícil concentrarte en nada debido al dolor punzante que te sube por el pie. Entonces, el dedo pierde su color y se vuelve negro. El médico anuncia que tienes diabetes, y en poco tiempo tu familia está vestida de negro, reunida en torno a tu ataúd.

La diabetes lleva mucho tiempo afectando a los seres humanos. Uno de los primeros médicos de la historia que mencionó la enfermedad fue un médico de Egipto llamado Hesy-Ra. Aretaeus, un médico griego, describió la enfermedad como una que derrite la carne humana, y su definición parece ser acertada. Durante los milenios que separan la antigua Grecia de la década de 1920, la diabetes significaba la muerte para el paciente. Y entonces llegó el 11 de enero de 1922, cuando la insulina se utilizó por primera vez con éxito para tratar la diabetes. El paciente era Leonard Thompson, en el Hospital General de Toronto, Canadá.

Aunque ya no es mortal, en los últimos veinte años se ha producido un gran aumento del número de personas que contraen diabetes en todo el mundo, sobre todo en los países más ricos. Algunos dicen que se trata de una anomalía genética, pero otros piensan que se debe en gran medida a nuestra alimentación.

Así es como funciona: cuando comes mucho azúcar, tu cuerpo debe esforzarse mucho para lograr reducir el nivel de azúcar en la sangre. ¿Por qué? Bueno, pues porque el exceso de azúcar puede dañar tus células y trastornar los procesos metabólicos. Es más, el exceso de azúcar puede incluso matar las células, incluidas las del páncreas, que produce la insulina que se necesita para digerir el azúcar. Debido a este daño celular, el páncreas debe trabajar en exceso para producir suficiente insulina y neutralizar los efectos del azúcar. Si mueren demasiadas células del páncreas, este se apaga y deja de producir la insulina que necesitas. Esto puede hacer que tu cuerpo entre en choque metabólico, como si te hubieras tragado una botella de veneno.

Dios quiere que estés sano y seas feliz, y el camino hacia la salud y la felicidad pasa por la práctica de las leyes de salud que él nos ha dado. En su misericordia, ha inspirado a los humanos a desarrollar métodos de tratamiento para algunas enfermedades mortales, como la diabetes. Pero el vehículo de la familia funciona mejor y dura más cuando se cuida consistentemente el motor. ¿Por qué debería ser diferente el cuerpo?

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